Cuatro hijos adultos han estado preparando por el último
año el cincuenta aniversario de sus padres. En los
preparativos necesarios para celebrar este aniversario,
los hijos lo hacen con mucho orgullo y alegría por parte
de sus padres. Sus padres no han sido una pareja
perfecta en su relación del uno con el otro, pero al
final han logrado mantenerse fijos en su relación y
siempre fieles en criar a sus hijos con respeto y
cariño.
En el Evangelio de San Juan hoy oímos: “Este es mi
mandamiento: que se amen unos a otros como yo les he
amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida
por sus amigos.” Cuando una pareja se entrega en el
matrimonio nada es claro en la jornada en la cual
comienzan, nadamás que sienten un amor y compromiso el
uno por el otro. La realidad es que el querer compartir
este amor es porque ellos han sentido el amor de Dios
por ellos en sus familiares y entonces decían
compartirlo con una pareja, reconociendo el don que Dios
les ha dado en sus pasos en esta vida en la persona a la
cual se comprometieron.
Encima de este compromiso de esta pareja está el don que
Dios les mandó, que son los hijos. La celebración que
hacen estos hijos viene de la realidad que estos padres,
aunque han tenido sus propias dificultades y también el
uno con el otro, han hecho todo lo posible para el
bienestar y la crianza de sus hijos. Estos padres oyeron
las palabras de Jesús en sus vidas que oímos hoy: “Nadie
tiene amor más grande que el que da la vida por sus
amigos.” Quizás no han sido perfectos padres tampoco,
pero han sido fieles a su compromiso, no nadamás a su
pareja, sino también al servicio a sus hijos.
Al oír: “Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les
he mandado…. a ustedes les llamo amigos, porque todo lo
que he oído a mi Padre les he dado a conocer. No son
ustedes los que me han elegido, soy yo quien les ha
elegido.” Realmente después de tantos años de fidelidad
no nadamás a su pareja sino también a sus hijos, esta
pareja ha llegado a conocer el amor de Dios y del uno al
otro pero ahora por parte de sus hijos en esta próxima
generación que han aprendido de parte de sus padres que
creen en Dios y el Espíritu Santo que les ha dado la
fuerza para perseverar en esa fidelidad. Dios los
escogió a ellos y la pareja ha regresado ese don a Dios
por su sacrificio, el uno al otro, y también por parte
de sus hijos.
El Evangelio de hoy cierra con estas palabras: “De modo
que lo que le pidan al Padre en mi nombre Él se lo
dará….que se amen el uno al otro.” Estos padres han
pedido en sus oraciones por el bienestar de sus hijos y
ahora en esta celebración de su cincuenta aniversario
Dios le ha regresado las bendiciones de ser unos padres
fieles el uno al otro pero también por parte de sus
hijos. Que este sea nuestro camino en nuestros
compromisos en compartir el amor en fidelidad al cual
nos llama el Señor hoy día.