Homilía
12º domingo de tiempo ordinario
21 de Junio de 2015



"¿Aún No Tienen Fe?"

Como los rizos que se forman en el agua al tirar una piedra al lago, se ven varios circulos concéntricos como enfoque de la narración evangélica según Marcos. Yahvé, el discipulado y la cruz son realidades relacionadas una con otra y aparecen las tres en distintos momentos del Evangelio. Sin embargo, todas ellas se reúnen en el enfoque central y principal del cual oimos hoy, el enfoque de todos los que comparten la nueva humanidad del Cristo resucitado, la fe.

La fe es algo evasivo para muchos porque, según San Pablo, ella comienza en el sentido más tenue de todos los sentidos, el oído. Escuchamos un testimonio y lo creemos o no. Adheremos a lo que alguien nos dice o no. Atendemos a quien nos promete un futuro distinto a lo que vivimos en el mundo actual o no.

Los pueblos aymara del altiplano andino no consideran el futuro como una realidad por delante porque no lo pueden ver. Según su cultura, porque no se ve, el futuro tendrá que ser algo que viene poco a poco acercándose, pero de atrás.

Abraham es reconocido como el padre de la fe porque se desinstaló de su propio pasado disfuncional para abrazar un futuro construido sobre la fe. Yahvé le había dicho que su familia particular llegara a ser la norma para toda familia humana verdadera. La fe, para los aymara, Abraham y nosotros es un don regalado a nuestro oído y más aun a nuestra imaginación.

El Padre Daniel Hartnett, un jesuita y el decano de la facultad de filosofía en la Universidad de Loyola – Chicago, nos dice que conocemos, no sólo la historia de la Resurrección de Jesús en el pasado, ni solamente la esperanza de participar en ella para el último Día. Debemos entender cómo nuestra fe nos da participación en ese evento y sus efectos hoy mismo. El nos recuerda de que somos, no sólo un pueblo de la Cruz o de la Iglesia, sino de la Resurrección. La Resurrección es la realidad de fe que debe compenetrar nuestra vida entera, transformando la manera en que la compartimos con los demás.

El Padre Hartnett nos enseñala que, para vivir nuestro ministerio cristiano según los principios de fe como un pueblo de la Resurrección, debemos pasar cuatro etapas conscientes: no sólo debemos experimentar y comprender los problemas de la vida sino también tener la capacidad de imaginar y crear algo totalmente diferente de lo que vemos en el ambiente.

Es posible experimentar abuso en una familia disfuncional y sentir el horror de la guerra en Iraq. Podemos sufrir la confusión de las leyes actuales rigiendo la inmigración en los EE.UU y ser asombrados por el avance del SIDA en un suburbio sudafricano.

Podemos quizás pasar a la próxima etapa e intentar comprender y analizar las causas de nuestra desesperanza.

Sin embargo, a pesar de la compasión que sintamos y la comprensión que seamos capaces de apreciar, estas etapas no son suficientes para transformar la situación y solucionar los problemas bajo consideración.

Es completamente necesario también imaginar un mundo en donde estos problemas ya no existen y, basados en nuestro sueño de algo totalmente distinto, comenzar a crear ese mundo soñado.

La esperanza va a tratar de la parte final y creadora de este proceso, pero sólo la fe de uno es capaz de imaginar el mundo como lo deseamos tener. Si Dios es el amor efectivo y reina de verdad en este universo, pues somos nosotros, los creados a su imagen, los indicados a provocar por el uso de la imaginación la justicia, amor y compasión que supuestamente deben estar acompañando su reinar.

Los discípulos en la narración de Marcos nunca muestran la habilidad de imaginar algo diferente en su ambiente. Ellos ven todo como algo final y ya determinado. Según ellos no habrá futuro porque ellos mismos nunca son capaces de imaginar una posibilidad nueva y distinta. Si hay una tormenta, su barco será hundido. Teniendo sólo cinco panes y dos peces en la bolsa, no habrá comida para todos. Si un leproso se para por delante, no lo podrán abrazar. Los paralíticos jamás caminarán.

De lo contrario, la imaginación de Jesús siempre está llena de posibilidades mesianicas de grandes cambios para su mundo. Dios promueve un mundo distinto y nosotros debemos ser los que lo imaginan y crean. Si hemos sido creados a la imagen y semejanza de este Dios, entonces, acompañandolo, debemos soñarlo y hacerlo existir.


Donaldo Headley


Donaldo Headley se ordenó al sacerdocio en 1958. Se graduó con MA en filosofía y STL en teología de la Facultad Pontificia del Seminario de Santa María del Lago en Mundelein, Illinois.
Derechos de Autor © 2013, Donaldo Headley.
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Arte de Martin Erspamer, O.S.B.
de Religious Clip Art for the Liturgical Year (A, B, and C)
["Clip Art" religioso para el año litúrgico (A, B y C)].
Usado con permiso de Liturgy Training Publications. Este arte puede ser reproducido sólo por las parroquias que compren la colección en libro o en forma de CD-ROM. Para más información puede ir a: http://www.ltp.org/