Una de mis frases favoritas cuando rezo es
“Señor ten misericordia de mi.” Al
repetir esta frase entiendo más y más
como la misericordia de Dios ha actuado en mi. Y es
que a pesar de mis acciones y pecados, el amor de Dios
continua manifestándose en mi vida. Pero no
esta la única razón por la que cuando
oro lo hago con esta frase. Sino lo hago con la
intención de que Dios me haga más y
más conciente de su presencia, amor y
misericordia por mi. Así al saberme cada dia
más amado y al lado de Dios, mi corazón
cambiara y será más de carne, como Dios
lo pensó.
Cuando miro la grandeza de Dios manifestada en su
creación, en las miles de bendiciones que he
recibido comenzando por el regalo de la vida, y por
supuesto en la persona de Jesús Cristo, no
puedo más que darme cuenta que tan
pequeño soy. Mis acciones, decisiones y
comportamientos no serán nunca comparados con
el infinito amor que Dios tiene por mi. Amor que es
misericordioso, es decir, que no mira nuestras faltas
y pequeñazas. Y a pesar de saber esto, mi
corazón actúa como sino supiera de
esto.
La primera lectura de este domingo del libro de Job
nos presenta la omnipotente misericordia de Dios de
forma poética. “Yo le puse límites
al mar, cuando salía del impetuoso seno
materno; yo hice de la niebla sus mantillas y de las
nubes sus pañales; yo le impuse límites
con puertas y cerrojos y le dije: ‘Hasta
aquí llegarás, no más
allá. Aquí se romperá la
arrogancia de tus olas.” Dios creo el mar y todo
el universo para que usted y yo lo
disfrutáramos. La misericordia de Dios y su
infinito amor están estampados en la
naturaleza, en el amor de nuestros seres queridos, y
en las bendiciones que hoy gozamos. Dios es el
SEÑOR de la creación.
En el Evangelio de este domingo escuchamos la historia
de Jesús en la barca con sus apóstoles.
En medio de una tormenta los apóstoles
despiertan a Jesús para pedirle que los salve
de las olas que los amenazan. Jesús que es
Señor de la creación manda a las olas y
al viento a calmarse. Los apóstoles
atónitos y avergonzados miran a Jesús
sin saber quien es, y Jesús les preguntas: por
qué tienen miedo? Dónde esta su fe?
Imagínese usted en esa barca. El viento
soplando fuerte. La lluvia y los relámpagos
estremecen la frágil barca. Y el viento ha
hecho que las olas crezcan y la barca parece moverse
como un hoja de árbol sin control alguno, es
difícil mantener el equilibrio. Usted esta
maravillado por esta manifestación de la
naturaleza, pero también y sobre todo le
provoca miedo. Su vida esta en peligro. La barca en
cualquier momento se volteara y el mar se lo
tragará. Pero junto a usted esta Jesús,
durmiendo. Le aseguro que si usted como los
apóstoles no tienen el completo conocimiento de
quien es Jesús, el miedo y la inseguridad
llenarán su corazón y sus acciones
manifestarán tales sentimientos. Y entonces al
saberse en problemas despertará a Jesús
para que lo salve. Le dirá, Señor
sálvame, haz algo! Asustado usted reaccionara
como si Jesús nunca hubiera estado cerca de
usted, como si usted estuviera solo en la barca y que
su salvación dependiera de usted mismo.
Cuando se sienta así, repita:
“Señor ten misericordia de mi.” Y
al repetir esto tanta veces como sea necesario,
recuerde que Dios es el Señor de la
creación, El le dio al mar sus limites y le
dijo: hasta aquí llegarás. Dios nuestro
creador es el Dueño y Creador de los vientos y
mares. Y nosotros solo somos sus creaturas. Nuestra
grandeza no es comparada con la grandeza de Dios.
Nuestro Creador está siempre presente, junto a
usted, en la fuerza del Sol, en la tormenta, en el
susurro del viento, en la sonrisa de su hijo, en el
color de las flores, en la fuerza del trueno, en el
beso de la persona que lo ama, en la voz de su hermano
y madre, en su corazón. Dios esta siempre
ahí, junto a usted. Y su misericordia esta
ahí, cerca, al lado, junto a usted.
Pídale a Dios que tenga misericordia de usted
para que su corazón siempre sienta su
presencia, presencia que nunca lo abandona. Así
su corazón cambiará de ser de piedra a
una corazón de carne, tal como Dios lo
pensó.