Jesús está en marcha y ya no va a volver atrás. Es feroz en el Evangelio para este domingo y a veces las lecturas nos alarman. El “regaña” a los discípulos. Grita “Deja a los muertos sepultar a sus muertos” cuando un hombre quiere dar sepultura a su padre antes de seguir a Jesús. El va rápido, y su actitud es intensa.
Ya hemos oído hablar antes del ministerio público de Jesús, durante los tiempos litúrgicos antes de la Cuaresma/ la Pascua. Había regresado del desierto lleno del Espíritu Santo, y se dirigió directamente a Nazaret, su pueblo natal, listo para predicar su misión. Sus propios vecinos lo rechazaron fuertemente: intentaron despeñarle de la cima de un monte (san Lucas 4: 14ff).
Esta era la primera sección del Evangelio según san Lucas, que los estudiosos conocen como “El Ministerio en Galilea” (san Lucas 3: 1-9; 50), el tema de nuestras escrituras sagradas dominicales (con la excepción de las lecturas para la Cuaresma y la Pascua). Ahora, empieza una nueva sección del evangelio de san Lucas, que se llama “El viaje a Jerusalén” (san Lucas 9: 51-19:28). Prepárate para ella.*
Ahora es la gente de los pueblos samaritanos que lo rechaza cuando pasa por ahí. Había enviado delante de sí a mensajeros para “preparar al público,” para decirlo así, pero ya que los judíos y los samaritanos se tenían enemistad, no quisieron recibirle.
Según san Lucas, la verdadera razón es que ya sabían que “subía a Jerusalén.”
La subida de Jesús no será por medio de una carroza de fuego. Su ascensión será una caída súbita hacia la humillación y la muerte. El cerro de Gólgota era alto y yermo, su caída fue baja y vergonzosa.
Durante los próximos diez capítulos, Lucas va a trazar con mucho detalle esta subida a través de episodios del viaje urgente de Jesús a Jerusalén. Vemos por qué era tan duro con la gente; él sabía lo que significaría su subida a Jerusalén.
¿Quieres acompañar a este hombre en su trayecto? ¿Y si le oyes decir, “el Hijo del hombre no tiene donde reclinar su cabeza” [ni tú tampoco lo tendrás]”? O, “Ninguno que, después de haber puesto su mano en el arado, vuelve los ojos atrás, es apto para el reino de Dios.”?
¿Tú y yo no nos daríamos la media vuelta para huir?
Tal vez. Pero, piénsalo.
Jesús nos dice que el Cristianismo y el Catolicismo tienen que retarnos, no abrigarnos como mantas. Jesús se abre hacia Dios, más que hacia el sueño seguro, más que a los funerales familiares, aun más que a la amabilidad hacia la familia y los amigos. Ninguno de éstos es malo; al contrario, son buenos. Pero su valor más profundo procede del amor, que es el motivo fundamental de nuestras vidas y nuestros hechos, y es también la misión a la cual Jesús nos invita con tanta urgencia.
Amar a Dios, sobre todas las cosas, amar al prójimo como a nosotros mismos.
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Fr. Juan
Foley, SJ