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Sintiendo y Pensando en Fe
Decimoquinto Domingo
del Tiempo Ordinario B
11 de julio, 2021
Sindy Collazo

¡Vive tu Vocación, no tu Profesión!

El profeta Amós y Jesús en el evangelio, nos invitan a seguir nuestra vocación de vida, no nuestra profesión.

Hay una diferencia clave entre una profesión y una vocación.

Trabajar con la juventud es una experiencia hermosa. Ver como estas vidas se transforman de acuerdo a sus preferencias y lo que les apasiona.  Una vez se me acercó un joven que tenía dificultades con los estudios. Andaba atrasado un par de años y estaba contemplando si valía la pena terminar y graduarse. Había interrumpido sus estudios, por trabajo y me decía: “yo gano más dinero que muchos que han terminado su bachillerato”. Y yo le respondí: “Sí, es cierto, que hay muchos que sin estudios se ganan la vida y ganan mucho más dinero que algunos que conozco con grados de maestría, doctorados y mucha educación. Tu no estudias para ganar dinero, tu estudias para que se te permita hacer lo que sin los estudios no se te permitiría hacer.”

¡Tengo que estudiar para ganar buen dinero! Se ha vuelto una frase tan común, que no le vemos nada malo. Nos hemos acostumbrado tanto a vivir profesiones, que se nos ha olvidado vivir nuestras vocaciones.

Hay una diferencia clave entre una profesión y una vocación.

 Una profesión es, según el diccionario de Oxford, una “Actividad habitual de una persona, generalmente para la que se ha preparado, que, al ejercerla, tiene derecho a recibir una remuneración o salario.”

Mientras que una vocación es un llamado que siente una persona, inspirado por Dios; que proviene del interior y le llama a dedicarse a una determinada forma de vida, o trabajo.

La profesión se ejerce si existe remuneración; si se le paga. La vocación de ejercer con paga o sin paga, con reconocimiento o sin reconocimiento, con resultados o sin resultados. Con honor o con humillación. Porque es una llama que proviene del interior y es Dios quien la mantiene. Porque cuando viene de Dios, nadie la puede apagar.

Esto es lo que quiso decirnos Amós.

Amasías veía a Amós como a un profeta de profesión, como muchos que se hacían llamar profetas, quienes solo andaban detrás del dinero.

Tristemente, hoy en día hay muchos que todavía ven el trabajo en la Iglesia como su profesión. Amasías veía a Amós así, porque él era así. Él era sacerdote de Betel y ser sacerdote era su profesión; cómo se ganaba su salario y su pan. Pero Amós le respondió:

  “Yo no soy profeta ni hijo de profeta,
sino pastor y cultivador de higos.
El Señor me sacó de junto al rebaño y me dijo:
‘Ve y profetiza a mi pueblo, Israel’ ”.

En otras palabras, Amós le dijo a Amasías que él era profeta siguiendo su vocación, no su profesión. No profetiza para ganar dinero, sino porque el Señor lo llamó. Ósea, que gane dinero o no, lo seguirá haciendo. He aquí el testimonio real de una vocación.

Jesús les enseña esta lección a sus discípulos cuando los envía a misionar.

Quien no lleva nada por el camino, no extraña nada por el camino:

  “Les mandó que no llevaran nada para el camino: ni pan, ni mochila, ni dinero en el cinto, sino únicamente un bastón, sandalias y una sola túnica.”

Estamos llamados a recibir con alegría y agradecimiento lo que se nos provea en nuestro camino, mas no esperarlo. Al no tener la expectativa, no nos desanimamos o desilusionamos, porque no lo extrañamos cuando no llega.  Nos alegramos cuando seamos bien recibidos en una casa y no agobiarnos cuando nos rechacen. Pero más que nada, seguir nuestro llamado, nuestra vocación, nuestro camino.

Eso es dejar de ser meros profesionales y seguir nuestro llamado; nuestra vocación.

Dios me los Bendiga y Seamos Santos.



Arte de Martin Erspamer, OSB
de Religious Clip Art for the Liturgical Year (A, B, and C)
["Clip Art" religioso para el año litúrgico (A, B y C)]. Usado con permiso de Liturgy Training Publications. Este arte puede ser reproducido sólo por las parroquias que compren la colección en libro o en forma de CD-ROM. Para más información puede ir a: http://www.ltp.org