En la segunda lectura, Pablo dice que Dios nos ha bendecido
con toda bendición espiritual y nos ha escogido para
ser santos y sin mancha ante él.
Estas son palabras maravillosas, ¿No? No estoy segura
que sepa los nombres de todas las bendiciones espirituales
en los cielos, pero he aquí algunas: el amor, la
alegría, la paz, la paciencia, la longanimidad. No
solamente somos bendecidos con todas estas, según
Pablo, sino ¡también somos santos y sin mancha
alguna!
Y ahora, seamos realistas. ¿Hay alguna persona que se
crea sin mancha? ¿Y qué tal santa? Aun hacer
la pregunta es correr el riesgo de una respuesta de risa,
¿Verdad que sí? Y además hay el amor,
la alegría, la paz, la paciencia y el resto.
¿Qué darías por sólo una hora de
estas bendiciones en cualquier día de tu vida?
Entonces, ¿Qué quiere decir Pablo cuando dice
que Dios nos ha bendecido con todas estas cosas buenas?
Para ver la respuesta, imagínate que eres
desesperadamente pobre, incapaz de pagar tus gastos
médicos, preocupado por la hipoteca, con miedo a que
el auto se descomponga, y ansioso por los gastos de la
escuela de tus hijos. Y de repente recibes una llamada
telefónica: has ganado la lotería. No, no
––dice el comunicante, ¡es de verdad! Has
ganado millones de dólares en la lotería.
Ahora mismo los administradores de la lotería del
estado están haciendo el papeleo, y al final del
próximo més el cheque estará en el
correo.
¿Y ahora qué? Pues, todavía no puedes
pagar los gastos médicos este mes, y todas las otras
cuentas también van a ser un problema enorme. Aun
eres desesperadamente pobre––este mes. Pero
enfrentarás tu pobreza muy diferentemente cuando
sepas que has ganado la lotería, ¿Verdad? Los
problemas todavía son exactamente iguales, salvo que
sepas que has ganado la lotería. Tus problemas no van
a durar. El cheque está en el correo.
Es esto de qué habla Pablo. Somos lo que somos ahora,
pero hemos ganado la lotería de la vida. La gracia de
Dios obra de su manera lentamente en nuestras vidas, pero
sus bendiciones son prometidas y seguras. Así que la
lucha contra nuestros pecados y fracasos no es
desesperada––sino llena de esperanza.
La esperanza es en sí misma una de las bendiciones de
Dios para nosotros.
Eleonore Stump
Traducción de Br. Thomas Schaefgen, OP
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