De seguro todos podemos identificarnos con momentos en nuestras vidas donde sufrimos una mala racha. Ocaciones cuando todo parece salirnos mal y comenzamos a sufrir por una cosa u otra. Cosas que parecen ocurrir una tras otra, sin darnos la oportunidad de buscar soluciones y recuperarnos.
En estos momentos no sabemos ni por donde comenzar y francamente al
orar, no sabemos ni que pedir. Y soñamos con soluciones automáticas
como ganarnos la lotería y así resolver todos nuestros problemas.
¡Confieso! A mi se me a ocurrido esta solución par de veces.
Más Dios en las lecturas de este fin de semana nos invita, como en la parábola del trigo y la cizaña, a que estemos conscientes que, sí, la cizaña está presente en nuestras vidas, pero, que está en nosotros hacer nuestro esfuerzo por crecer nuestros trigo. Mientras tanto esperemos en Él y tengamos paciencia.
En ocaciones queremos una solución rápida e inmediata, como la idea de los trabajadores cuando se dieron cuenta de la cizaña: “vayamos a arrancarla”. Pero es que tenemos que darle tiempo a lo bueno para que crezca.
Siempre me ha gustado la frase: “Dios escribe derecho en renglones torcidos”, que a mi entender es reconocer que Dios tiene una mejor visión para nuestras vidas de la que nosotros jamás podemos imaginar o confeccionar con nuestras propios esfuerzos y nuestros intelectos. Sus soluciones, no son nuestras soluciones.
Mientras nosotros tenemos en mente cómo manejar, jugada tras jugada,
Dios tiene en mente cómo podemos ganar el juego. Y como dice en la
carta a los Romanos, el Espíritu nos ayuda, porque, básicamente,
nosotros no sabemos “pedir lo que nos conviene”.
En ocaciones nos volvemos impacientes y nos frustramos porque no obtenemos resultados de inmediato cuando nos esforzamos por lograr algo, por resolver algo. Pero Jesús nos recuerda que aún cuando creemos que lo que hacemos es poco; que avanzamos poco, tengamos paciencia y esperemos en Él. La semilla de mostaza también es pequeña y da grandes resultados. Y así como la poquita levadura pudo trabajar con tres medidas de harina, así también nuestros esfuerzos darán resultados, cuando somos consistentes y le damos tiempo; entonces crece; trabaja.
La carta a los Romanos dice, “Dios, que conoce profundamente los corazones”. Esto nos confirma que solo Dios nos conoce bien y conoce nuestro potencial. Especialmente cuando otros nos vean como pequeños.
Solo Dios conoce nuestro potencial. Especialmente si lo que otros
pueden ver es solo lo que pueda está mal en nosotros; la cizaña. Como
dice en el libro de Sabiduría, Dios nos juzga con misericordia y nos
gobierna con delicadeza. Dios espera pacientemente porque, sabe que el
sembró trigo en nosotros. Él sabe que estamos creciendo buen trigo.
Que tenemos el potencial de ser una buena cosecha.
Y sí, aveces nos agobia lo grande que son nuestros problemas y retos; y aveces no creemos tener lo necesario para enfrentarlos.
Ante todo esto Dios solo nos pide nuestro poco. Dios puede y quiere
trabajar con nuestro poco y Dios se encarga del resto.
Por último procuremos en todo momento de nuestra vida, mantener nuestra relación con Dios; mantener bien abiertos nuestros corazones. Listos para escucharle, recibirle y responderle.
Dios no necesita que nos volvamos muy sofisticados en nuestro diálogo con Él. Ahora, lo que nunca puede faltar es que seamos honestos con Él. Dios desea que deseemos estar en una relación filial con Él. Que lo tratemos como un Padre.
Y mientras, si bien quizás se nos ocurran mil soluciones diferentes que puedan resolver los retos y problemas de nuestras vidas. Y quizás en nuestros diálogos, le proponemos estas soluciones a Dios. Debemos también mantenernos abiertos a las soluciones de Dios. Consciente de que la manera que Dios nos responda y nos ayude, puede ser completamente diferente a la que nosotros nos imaginamos.
Cuando tenemos Fe, hacemos nuestros mejor esfuerzo y le entregamos nuestras vidas a Dios, lo que resta es...
Paciencia, porque el Espíritu sabe lo que nos conviene.
Dios me los Bendiga y Seamos Santos.