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Homilía
Decimonoveno Domingo
del Tiempo Ordinario B
11 de agosto, 2024
Donaldo Headley


¿Por que Pan?

En la Biblia, cada palabra pesa su valor. Los materiales de su producción eran caros: el papiro o pergamino, la tinta y las horas gastadas en escribirlas a mano. Así, cada narración evangélica tiene importancia y las palabras se miden por su claridad y comunicación.

Por ejemplo, hoy se oye que Jesús se enoja, no por un “grito” de la gente, sino porque su auditorio comienza a “murmurar.” Él los para en seco. “Gritar” revoluciona; “murmurar sólo provoca disgustos. Los esclavos en Egipto “gritaron” su inconformidad. El grupo delante de Jesús no lo confronta con argumentos, sino con chismes, pidiendole una limosna de comida. Lo que él les dice no los satisface. Ellos esperan un pan milagroso y él les ofrece una vida en la presencia de un Dios que los ama hasta acompañarlos en sus luchas.

Su auditorio no entiende nada. El se ha declarado el alimento enviado por Dios para con ellos, lo que no les agrada. Quieren alimentarse, no con la vida de un rabino itinerante, sino con un pan milagroso. Por esto, comienzan a chismear sobre su pasado, su parentezco y su pueblo natal.

  “¿ ... qué cosa buena puede salir de Nazaret?” Su oferta les parecía una tontería. ¿Por qué podrían ser las experiencias de él más imagen de Dios que las de ellos? Él era uno de ellos: sus sandalias también recogían el polvo del camino, sus ojos se abrían para capturar el mismo amanecer y sus manos partían todo pan que llegaba a la mesa. Sus oyentes buscaban otra cosa, rara y más exótica. Por esto, ellos murmuraban.

Nosotros también aceptamos sólo con dificultad al carpintero de Nazaret como el signo de la presencia de Dios en nuestro mundo.
Para ellos, como para nosotros, Jesús es demasiado humano. Al escoger el pan como signo de su presencia, él nos enseña cómo lo debemos ver. Él se compara con nuestro alimento más básico. El pan deja migajas y es frágil; se parte, se mastica, se traga y se bota. Se cocina en la oscuridad de la madrugada y se vuelve mojoso y duro por la tarde. Es pan.

Como los contemporáneos de Jesús, nosotros también aceptamos sólo con dificultad al carpintero de Nazaret como el signo de la presencia de Dios en nuestro mundo. Tenemos el mismo problema para aceptar el pan con todas sus cualidades como señal de la presencia de Jesús. Atribuimos al pan eucarístico unas propiedades que para muchos sólo disminuyen su poder y precisión como signo de Jesús.

Sin embargo, Jesús quería que su presencia fuera como la del pan: frágil, partido, nutritivo y común. Si no fuera así, se hubiera escogido otra cosa. Uno que intenta hacer de la eucristía algo diferente que no se toca ni se come o que sólo se ve a cierta distancia, no respeta ni la naturaleza del signo ni la realidad que representa. El Jesús histórico fue accesible y no se debe permitir lo contrario hoy en día. Es cierto que, para hacerlo más accesible, hasta los límites de su vida física: raza, historia y lengua, se han desaparecido en el proceso de su Resurrección.

Nuestra participación en la eucaristía depende de nuestro deseo de vivir según las normas de Jesús. ¿Vivimos o no como vivía él, para los que necesitan oír del reino de Dios ?

Al comer el cuerpo del Señor, debemos ver más clara la identificación entre nuestras vidas y el propósito de Jesús. Debemos ordenar nuestras vidas según la posibilidad de compartir las tareas de cambio a la sociedad presente y egoísta. Queremos que el mundo se vuelva el lugar justo, amoroso y compasivo que Dios había creado, así estableciendo las normas que permiten nuestra celebración litúrgica.

Entonces, ¿por qué el pan? ¿Qué propósito tiene? ¿No habría sido más fácil terminar las liturgias con el abrazo después del Padre Nuestro?
No lo creemos. Según la mente de Cristo, no hay compromiso sin migajas, ningún futuro sin fragilidad, nada nuevo sin alimentos. Este pan partido es de todos y, si seguimos a Jesús, llegará a ser, no sólo Jesús, sino todos.

Donaldo Headley

Donaldo Headley se ordenó al sacerdocio en 1958. Se graduó con MA en filosofía y STL en teología de la Facultad Pontificia del Seminario de Santa María del Lago en Mundelein, Illinois.


Arte de Martin Erspamer, OSB
de Religious Clip Art for the Liturgical Year (A, B, and C)
["Clip Art" religioso para el año litúrgico (A, B y C)]. Usado con permiso de Liturgy Training Publications. Este arte puede ser reproducido sólo por las parroquias que compren la colección en libro o en forma de CD-ROM. Para más información puede ir a: http://www.ltp.org