Aquí tienes la pregunta sobre la que reflexionaremos esta semana: ¿qué significa esta vida terrenal?
¡Cuántas veces se ha hecho esta pregunta! Consideremos la respuesta de Cristo.
Según la primera lectura:
Los pensamientos de los mortales son mezquinos, y
nuestros razonamientos son falibles.
El cuerpo mortal es lastre del alma ... con trabajo encontramos
lo que está a mano.
Parece que el escritor tenía un mal día. Pero de hecho estas palabras se aplican a todos los aspectos de la vida. Tenemos que tomar decisiones difíciles, experimentamos problemas. ¿Qué debemos hacer?
Dios, concédeme la serenidad
para aceptar las cosas que no puedo cambiar;
el valor para cambiar las cosas que puedo cambiar;
y la sabiduría para conocer la diferencia.
Esta es “La oración de la serenidad,” muy conocida y posiblemente trillada ya para algunas personas. Pero nos revela la esencia de la humildad: sé quien eres, ni más ni menos. Confía en Dios para todo lo que no puedes hacer y para todo lo que sí puedes hacer. Deja de tratar de controlar la vida y ponte en manos de Dios.
Ahora bien, hemos encontrado la primera respuesta. La vida terrenal, aunque mezquina y cargada de preocupaciones, requiere la humildad.
La segunda respuesta es el amor. El amor verdadero, que se esfuerza y que suda.
Mira al apóstol Pablo en la Segunda Lectura—antes
fogoso, tempestuoso—ahora viejo y encarcelado. Aquí tenemos una carta personal, una carta que Pablo le escribió a Filemón. Resulta que Onésimo, uno de los esclavos de Filemón, huyó de su amo y ahora se encuentra con Pablo, que está encarcelado. Pablo dice, de manera muy conmovedora, que él ha llegado a ser un padre para Onésimo, lo convirtió al cristianismo y ahora se lo devuelve a Filemón, ya no como esclavo sino como “hombre y como cristiano.”
Escuchemos las palabras que Pablo usa para expresarse: “Te lo envío como algo de mis entrañas.” Onésimo ya no es la propiedad personal del amo. El hombre a quien Pablo envía es alguien tan apreciado por él que lo considera “de mis entrañas.”
Este es el amor real, personal. Es el verdadero significado de esta vida terrenal.
La tercera respuesta, como nos explica el Evangelio, es poner en orden nuestros valores. Jesús dice que Él quiere que tú
1. aborrezcas a tu padre, tu madre, tus hijos, tus hermanos
y tu
propia vida
2. renuncies todo lo que posees
3. cargues con tu cruz, así como Él con la suya
Espérate; no te asustes. Escandaloso, pero no tanto como podría aparecer a primera vista. Veamos.
- Lo más probable es que la palabra “aborrecer” sea una manera de decir “ámalos en proporción.” Si permites que el amor a Dios sea lo primero en tu vida, entonces tu familia adorada se verá incluida. Si no, perderás a tus seres queridos. “Aborrecer” significa no darle a nadie una importancia desmedida.
- “Renuncia todo lo que posees.” Si tienes la tentación de valorar los bienes materiales sobre todas las cosas, renúncialos. Es a Dios a quien necesitas amar sobre todas las cosas, y todo lo demás en proporción.
- ¿Por qué debemos cargar con una cruz? Porque es demasiado fácil que hagamos como que el mundo no es doloroso, como que nadie realmente sufre. Pero sí sufren, y nosotros también, terriblemente. El cargar con nuestra cruz nos envía al mundo con Jesús para ayudar a los demás a cargar con las suyas.
Y ésa es la verdadera respuesta final a los problemas presentados en la Primera Lectura. ¿De qué se trata realmente esta vida terrenal? Se trata de ser humildes, de amar de veras a nuestros prójimos, y de amar a Dios sobre todas las cosas.
Si tú sabes estas cosas, bienaventurado eres tú.
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autor de esta reflexión:
Fr. Juan Foley, SJ