Domingo > Reflexiones en español > Reflexiones > La Espiritualidad de las Lecturas
Sintiendo y Pensando en Fe
Vigésimocuarto domingo
del Tiempo Ordinario C
11 de septiembre, 2022
Sindy Collazo


Éste [Jesús] recibe a los pecadores y come con ellos.

Nos llaman pecadores cuando nos perdemos y nos desviamos del camino. Más “Éste [Jesús] recibe a los pecadores y come con ellos.”

Experimentamos con nuestra independencia, queremos ser “gente grande” y en ocaciones nos perdemos.

Una de las experiencias más impactantes de mi niñez fue el perderme.  Estábamos en una tienda por departamentos (Kmart), y mi mamá necesitaba un carrito de compras. Yo, sin pensarlo dos veces dije: “mami, yo lo busco”. Y emocionada por poder hacer algo importante, bajo la impresión de que estaba haciendo algo que solo la “gente grande” hace, fui solita a buscar el carrito. Yo sabía exactamente donde estaba y me sentía súper realizada por mi hazaña. Ahora, cuando llegaba la hora de regresar a mi mamá, no sabía donde buscarla. ¡Me perdí! Empecé a recorrer los pasillos de la tienda, primero tranquila, después apresurada y por último desesperada.  Sintiéndome completamente derrotada en mi experimento de “gente grande” me sentí más niña que nunca. Comencé a llorar desesperada y fui al frente de la tienda. En parte sabía lo que tenía que hacer: tenía que ir al empleado de la tienda para que anunciara por el altavoz que había una niña perdida buscando a su mamá. Esa era yo. Yo había escuchado el altavoz en otras ocaciones, pero jamás pensé que yo también lo necesitaría algún día. 

Mi mamá relata una historia diferente. En un viaje a Disney, mi familia se montó en el barco que transporta hasta el parque. Yo estaba con mi mamá parada en la cubierta mirando hacia el agua. Mi mamá me dejó al frente porque era pequeña, tenía 4 años.  Mi mamá dice que se despegó de mi por unos segundos y que de repente no me vio. Mi mamá se desesperó inmediatamente, buscó de inmediato a los empleados y habló el poco inglés que tenía a su disposición. Ella pensaba lo peor, que me había caído por la borda. Finalmente cuando volvió al lugar donde había estado conmigo, se dio cuenta que yo nunca me había movido de sitio. Un adulto se había parado detrás de mi, tapándome. A todo esto, yo no tenía idea que me le perdí a mi mamá, ni por lo que estaba ella pasando.

Todos en una ocasión u otra, nos perdemos; nos desviamos del camino.

Experimentamos con nuestra independencia, queremos ser “gente grande” y en ocaciones nos perdemos. Es difícil como tal reconocer que nos hemos equivocado; saber que nos hemos perdido, pero después de eso aún más difícil es reconocer que necesitamos ayuda ... y buscarla.

En otras ocasiones no sentimos, no nos damos cuenta que estamos perdidos. Son otros, especialmente aquellos que nos aman, los que sienten el dolor de no saber cómo volver a encontrarnos. 

Podemos definir el pecado de esta manera: el pecado es un desvío del camino. Todos nos perdemos.  A veces, por ser cabeza dura nos quedamos perdidos por un largo tiempo.

Ahora, siempre hay un camino de regreso no importa cuan lejos nos hayamos apartado.

Esto se debe a que Dios, quien nos ama, nos busca constantemente. Él nos espera con los brazos abiertos en el estado que estemos y está siempre listo para perdonarnos. No sólo nos busca, sino que también le alegra nuestra cercanía, como estemos.

Somos valiosos. No importa en que etapa de nuestra vida estemos, no importa cuanto hayamos avanzado o retrocedido en el camino de la vida. Somos valiosos para Dios.

Ninguna persona logra caminar hacia Dios en una línea recta. Recorremos un camino en el que todos nos perdemos, nos desviamos, nos confundimos, y con frecuencia. Reconocer esto nos ayudará muchísimo; nos permitirá una y otra vez volver al camino. 

Debemos reconocer que esto nos pasa a todos y que ninguno de nosotros está exento. Este era el problema de los “fariseos y los escribas [que] murmuraban entre sí: “Éste recibe a los pecadores y come con ellos.” 

Los fariseos no se consideraban pecadores, se consideraban perfectos y agradables a los ojos de Dios porque creían que obedecían y seguían la ley a la perfección. Por eso miraban con sentido de superioridad moral a otros. No concebían el alcance de la misericordia de Dios, no se daban cuenta que hay salvación para todos los pecadores, por lo tanto ellos no podían considerarse entre ellos.

Jesús en el evangelio les presenta que Dios es un Dios misericordioso.

Como el pueblo de Moisés, los fariseos estaban también perdidos, también se habían desviado del camino. La diferencia es que ellos no sabían ni podían reconocer que se habían perdido. En vez de adorar un becerro de oro, adoraban su propia fórmula hipócrita de seguir a Dios; adoraban su propia interpretación de la ley.

Entonces: ¿cómo procuramos nosotros caminar y si nos desviamos, poder volver al camino?

Reconociendo que nos perdemos, si está en nuestra voluntad, caminar de camino de regreso y si no podemos regresar por si solos, reconocer que necesitamos buscar ayuda. 

Si alguien nos ama, se preocupa, nos busca y en ocaciones irá a nuestro rescate. Dejémonos encontrar.

Ayuda partir del ejemplo de Pablo. Pablo en su exhortación para animar a la comunidad de Timoteo dice: “Puedes fiarte de lo que voy a decirte y aceptarlo sin reservas: que Cristo Jesús vino a este mundo a salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.”  Avanzamos en el camino reconociendo que nos perdemos,  nos desviamos y con frecuencia. Y aceptando que somos valiosos para Jesús, por lo tanto, somos valiosos para Dios, tal y como somos y como nos encontramos.

Apuesto a que cada uno de nosotros nos hemos perdido, nos hemos sentido perdidos y tenemos una o muchas historias de lo que pasa y lo que se siente perderse. Más nuestro gran consuelo siempre es y será que:

  “Éste [Jesús] recibe a los pecadores y come con ellos."

Dios me los Bendiga y Sean Santos 

Sindy Collazo


Arte de Martin Erspamer, OSB
de Religious Clip Art for the Liturgical Year (A, B, and C)
["Clip Art" religioso para el año litúrgico (A, B y C)]. Usado con permiso de Liturgy Training Publications. Este arte puede ser reproducido sólo por las parroquias que compren la colección en libro o en forma de CD-ROM. Para más información puede ir a: http://www.ltp.org