Hace mucho tiempo en la juventud de mi ministerio, el Padre Jack Egan, invitó a Saúl Alinsky, el gran organizador de comunidades, a hablar con un grupo de curas. El nos habló de Moisés, el liberador de pueblos y compañero de Dios. Durante su presentación, nos preguntó, “¿Quiénes entre ustedes quieren ser obispos?” Varios levantaron la mano y Saúl, en seguida, los invitó a salir del salón porque, según él, no podríamos liberar a nadie si nos interesaba más las ambiciones de una carrera eclesiástica que el trabajo inmediato con nuestro pueblo.
Hoy, Lucas nos dice lo mismo. Según él, somos una organización para servir al prójimo y anunciar a un Dios justo que toca la puerta a todos. Nuestro compromiso no espera el mañana de nadie. Hoy es el principio del futuro amoroso y compasivo que forjamos y en el cual Dios reina. La respuesta a este Dios debe comenzar ahora mismo.
Actuar ya implica que sabemos lo que hacemos. Lucas nos ve inseguros y ocupados con cositas que no adelantan la agenda de Dios. El evangelista nos llama “siervos que no hacían falta” y habla por experiencia propia, viendo las tonterías de los dirigentes cristianos de su época.
Según Lucas, nuestra alegría se fundamenta en el pan e ideales compartidos en la eucaristía. Pero nuestra responsabilidad ante la sociedad se halla en las frases de Isaías citadas por Jesús en la sinagoga de Nazaret.
No obstante las opiniones de unos, Dios no invita a los seguidores de Jesús a controlar el mundo, sino a amarlo. No tenemos el derecho de mandar a personas y pueblos, sino un mandato para facilitar para todos la fe segura en lo que Dios traerá. Si somos capaces de gozar nuestra vida compartida y, a la vez, tomarla en serio, un día veremos caminar a los que hoy no caminan y alumbrar la vista a los que todavía no ven; nosotros conoceremos este secreto revelado y realizado en Dios
Alinsky el organizador y Lucas el médico nos dicen que nuestra tarea será siempre facilitar la organización del mundo y las responsabilidades de sus pueblos. Saúl siempre regañaba las parroquias de sus organizaciones porque eran gentes que funcionaban por interés propio como los demás grupos. El esperaba ver, no una complacencia por lo que ya se hizo, sino la próxima y futura profecía. El quería escuchar esta pregunta de parte de las Iglesias: “¿Y ahora qué?”
Saúl quería encontrar a organizadores y profetas capaces de retarse los unos a los otros. El murió el 12 de junio, 1972, pero se hubiera molestado mucho viendo la manera en que Roma hoy manda a callar a sus teólogos, porque sabía que sólo la palabra conflictiva y dialogada garantiza la organización justamente popular. Los teólogos también necesitan la ayuda de las autoridades para respetar y amar a los pueblos y sus tradiciones.
Esta tensión entre las estructuras responsables y las exigencias proféticas, lejos de ser un juego inutil, no sólo ayuda el progreso humano, sino es absolutamente esencial en una comunidad de fe que intenta vivir los ideales de Jesús con sus metas y agendas. La tensión trae movimiento a la vida; es la única característica de una fe activa.
La Iglesia que anuncia el Reino de Dios y el Reino de Dios proclamado son cosas diferentes; una no es la otra y las dos pueden estar en conflicto. Hay distinciones entre el orden institucional y la invención carismática, entre lo que significa estar unidos y respetar lo particular en cada uno. Siguiendo nuestro afán de transformar el mundo en un lugar de la compasión de Dios, ninguno de estos seis polos de tensión debe faltar. Cada factor es inutil sin otro que le queda como contrapeso, atrayéndonos también a las luchas entre el equilibrio y el cambio tan necesarias para una transformación significativa de la sociedad. Lucas quiere vernos insatisfechos y, de todos modos, regocijados. Si logramos o no celebrar esta situación psicológica, posiblemente la misma lucha será el factor que determina si somos o no los siervos que no hacían o que hacían falta.
Para que lo sepan, nunca levanté la mano. Hace tiempo sin duda Saula Alinsky y Jack Egan se reunieron en otro lugar. Me pregunto: ¿qué están diciendo ahora de nuestra manera de organizar las comunidades de nuestra Iglesia? Sin duda, ellos siguen con sus ganas de vernos organizados y en comunidad.