Homilía
Domingo 29º de tiempo ordinario
21 de octubre 2012

Primera lectura: Isaías 53: 10-11
Salmo responsorial: 33:4-5, 18-19, 20, 22
Segunda Lectura: Hebreos 4: 14-16
Evangelio: San Marcos 10: 35-45


Con el mismo bautismo

Marcos menciona el bautismo sólo dos veces en su evangelio.  En ambas ocasiones él lo vincula al compromiso de Jesús con el oprimido y, al fin, con los eventos terribles de su traición y asesinato. 

Al principio del Evangelio de Marcos, Jesús se bautiza en el río Jordán.  Allí, él transforma el bautismo de penitencia en un bautismo de identificación.  Las aguas bautismales ya habían cruzado las montañas y los valles de su nación, bañando y refrescando sus pueblos. Jesús no tenía un pecado para ser purificado por las aguas. Jesús y sus discípulos debían bajar a las aguas del río para identificarse con cualquier cosa que otros hubieran dejado allí.  Este residuo de un pueblo adolorido, esperanzado del Reino de Dios, es lo que debemos cargar con nosotros.  Jesús nos llama al trabajo difícil de invitar a un pueblo, dividido por las categorías inventadas por otros, a vivir su propia vida con ganas y a plenitud. 

Se menciona el bautismo una segunda vez cuando los hijos de Zebedeo intentan asegurar su propia importancia cuando él tenga poder político. El les dice que, siguiéndolo a él, ellos beberían de la misma copa y estarían arrastrados por las aguas de su propio bautismo, pero que todo esto no se relacionaría jamás con tener puestos de poder, sino con un servicio absoluto a los marginados, siempre extremo y, a veces, peligroso.  Así se explica el bautismo de Jesús. 

La agenda de Jesús en el Evangelio no es para todos.  Justamente difícil, ella acompaña el discipulado.  El cristiano no debe esperar otra cosa.  Su camino no es de aplausos ni premios internacionales.  No da la sobrevivencia ni un tesoro de bendiciones y éxitos.  Los cristianos no se encuentran pegados a los aspectos más placenteros de la vida.  Según Lucas, Jesús, recién nacido, está vestido en la ropa de los pobres.

Somos ingenuos si buscamos los valores del bautismo de Jesús en las instituciones del gobierno o de las iglesias.  Las instituciones siempre preservan a ellas mismas, no a los valores humanos. 

Podemos analizar el liderasgo de las dos instituciones, del gobierno como también de las iglesias.  ¿Trabajan los del gobierno por los marginados que sufren una discriminación histórica de siempre? ¿Defienden la Constitución y los derechos de sus residentes?  ¿A quién representan el presidente y su congreso? ¿Quiénes apoyan su candidatura?  Por el otro lado, ¿quiénes en nuestra Iglesia, incluyendo a los obispos, actualmente apoyan las conclusiones del Vaticano II hasta su consecuencia principal de la colegialidad en la fe y la desaparición del clericalismo?

No hay motivo para que creamos que los senadores del gobierno tengan más integridad o valor humano que los demás ciudadanos.  Negro, blanco o cualquiera que sea su color, ellos forman parte de un sistema y una sociedad creados por un gremio rico de gente blanca que se siente la única realidad importante del mundo.  Para ellos, las minorías de las calles no tienen valor porque muy pocos votan y casi ninguno da dinero para sus campañas electorales. 

La integridad cultural e histórica es importante, pero no debemos buscarla primero en las instituciones políticas.  Ya sabemos que ningún oprimido es libre para expresar lo que es ante la burocracia instalada.  La cultura dominante decide quién trabaja y quién no trabaja, y controla la economía.  Los que se sientan en el congreso ya lo saben; están sostenidos por ella.
El Senado de los Estados Unidos debe estar desconcertado por su manera de votar sobre los detalles de la nación; nosotros de la Iglesia Católica debemos estar desconcertados por la divergencia entre lo que predicamos y lo que hacemos.

Por lo menos, sabemos que así, uno no llega a ser cristiano.  Hay que saber primero quién y qué es uno, aportar criterios justos a esa misma realidad y después, acompañar a los demás que la comparten con uno.  Así, y sólo así, se bautiza uno.

 

Donaldo Headley



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Arte de Martin Erspamer, O.S.B.
de Religious Clip Art for the Liturgical Year (A, B, and C)
["Clip Art" religioso para el año litúrgico (A, B y C)].
Usado con permiso de Liturgy Training Publications. Este arte puede ser reproducido sólo por las parroquias que compren la colección en libro o en forma de CD-ROM. Para más información puede ir a: http://www.ltp.org/