Homilía
Domingo 2º de Cuaresma, ciclo B
4 de marzo 2012

Primera lectura: Génesis 22: 1-2, 9a, 10-13, 15-18
Salmo responsorial: 116:10, 15, 16-17, 18-19
Segunda Lectura: Romanos 8: 31b-34
Evangelio San Marcos 9: 2-10

Cambios

Lo que más afecta la corriente de nuestra vida, nuestro tiempo y el espacio en donde vivimos es el conjunto de nuestras relaciones. Haber conocido a Jesús cambió para siempre la vida de sus discípulos. En la historia de la Transfiguración sus corazones reflejaban lo que sus ojos no podían ver. Desde ese momento revelador, los lugares tenían sentido sólo si él estaba y el tiempo dejó de ser granos de arena filtrados por un embudo, haciéndose el instante explosivo en que se declara el amor del amante o la justicia de un pueblo, cuando el sol de la mañana rompe la tranquilidad de un amanecer demorado.

Abraham comienza a pensar en las estrellas del cielo y en la arena del desierto como la imagen del futuro de un pueblo. Su visión de la vida, como la visión del Señor transfigurado, era don de fe. El sería vinculado siempre al Dios de la historia porque la historia de Dios ya se había hecho su propia historia. Las estrellas ya no fueron lejanas y remotas para Abraham, sino el sacramento actual de la fidelidad de Dios.

Las palabras de Pablo a los cristianos de Roma sacuden la base de su historia y cultura. Compartiendo la vida del Resucitado, ellos han llegado a ser familia de todos los que abandonan el miedo y comparten un futuro dinámico, no de herencias de sangre, sino de fe.

La Visión De Dios Siempre Nos Cambia.

La visión de Dios siempre nos cambia. Sea esta visión la de Elías con las brisas de Horeb o la de Moisés frente a la zarza que ardía, ella se vuelve elemento catalizador al centro de la existencia humana. Las llamas graban el grito de liberación en el alma de Moisés y la brisa conmueve al profeta a proclamar el destino de su pueblo.

Las visiones se producen, no fuera, sino dentro de uno. Los deseos antiguos del espíritu humano para hacer una historia propia y forjar su cultura se encuentran en todo pueblo.

Compartir la eucaristía y brindarnos la paz nos identifica como la comunidad que responde a la visión de Dios en Jesucristo y adelanta su Reino. El Evangelio no es el recuerdo de un Cristo pasado, sino nuestra oportunidad de vivir su misma vida. Estos días cuaresmales nos darán conciencia de la manera en que Dios ya se ha revelado en nuestras vidas.

No podemos poseer ni definir la esencia de Dios, pero todos debemos llegar a apreciar su "cómo". Esto nos cambiará para siempre. Jesús afecta nuestras vidas, no desde el pasado, sino en este momento actual. ¿Qué significaría para nosotros sólo tener recuerdos de Jesús? Nuestra convicción es otra; al reunirnos, al partir el pan, al proclamar el Evangelio, él mismo se halla entre nosotros. Por estas tres acciones de Iglesia expresadas por nuestros cantos y narraciones, asumimos que todos vivimos consecuencias claras en las calles de la ciudad, en nuestras oficinas, escuelas y fábricas, como si fuera cosa fácil cambiar liturgias y ritos en una vida real. El culto verdadero a Dios no se enuentra en los símbolos litúrgicos, sino en la vida compartida y real de todos los días.

Si Jesús se encuentra en nuestra reunión, allí también vemos a Dios; Cristo es la cara de Dios para todo cristiano. Todos los que han recibido una revelación de Dios deben ser considerados como personas que se la regalan a otros: los que aceptan el bautismo y la confirmación o comparten el pan eucarístico, los niños que dialogan las Escrituras, los miembros de una familia que hacen diferentes ministerios, los que distribuyen comidas a los más necesitados, los ujieres que dan la bienvenida a los que acaban de luchar con el tránsito y la nieve, los padres jóvenes que buscan apoyo para criar a sus hijos en este mundo dividido, los monaguillos que a veces se acuerdan de llevar el libro al altar, los catequistas que luchan para comunicar su fe a niños y adultos.

Después de haber visto a Dios, no seremos los mismos de antes. Quizás llegaremos a ser lo que Cristo pide, un pueblo con las agendas justas, amorosas y compasivas de Dios reinando en nosotros.

 

P. Donaldo Headley



Donaldo Headley se ordenó al sacerdocio en 1958. Se graduó con MA en filosofía y STL en teología de la Facultad Pontificia del Seminario de Santa María del Lago en Mundelein, Illinois.

Derechos de Autor © 2012, John B Foley, S. J.
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Arte de Martin Erspamer, O.S.B. (Anteriormente Steve Erspamer, S.M.)
de Religious Clip Art for the Liturgical Year (A, B, and C)
[“Clip Art” religioso para el año litúrgico (A, B y C)].
Usado con permiso de Liturgy Training Publications. Este arte puede ser reproducido sólo por las parroquias que compren la colección en libro o en forma de CD-ROM. Para más información puede ir a: http://www.ltp.org/