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… Hasta Derramarse

El Evangelio según Juan comienza con lo que se puede considerar una celebración de la creación y sus consecuencias. Se celebra la opción hecha por Dios de morar siempre con nosotros, de no abandonarnos jamás.

Por mucha evidencia interna, el Evangelio nos presenta el testimonio de Juan y la posible redacción del Lazaro a quien Jesús había resucitado. Se utilizan los profetas Isaías y Jeremías como fondo de su argumento y se mueve inexorablemente hacia sus fines de compromiso “con” y comunicación “del” Espíritu de Dios, llenándonos de vida y de la celebración de la vida poseída como gracia.

Matrimonio y familia son la fuente de la vida celebrada.
Las escenas del Evangelio nos explican la maravilla de la encarnación de Dios en una humanidad compartida. Las bodas de Caná, con María como madrina de la fiesta, nos enseñan cómo relacionarnos con la vida, sus posibilidades y exigencias. Lo que María le dice a Jesús no parece fuera de lugar considerando lo que él ha hecho metiendo a todos sus amigos pescadores a la fiesta. No es por nada que se les acabó el vino.

En el relato, Jesús no se mueve de donde está. El manda a meseros a llenar de agua las tinajas. El no habla de vino. Sólo pide que alguien de autoridad en la fiesta pruebe lo que está en las tinajas. Al fin, se ha encontrado un vino bueno.

El Evangelio según Juan siempre da más importancia a lo que haremos nosotros que a las acciones y palabras del mismo Jesús. Se espera una acción nuestra fundamentada en el poder del Espíritu que nos hace hijos de Dios, creadores y libertadores como El. Jesús dice que la palabra se hace efectiva en nosotros.

El mensaje del relato nos llena del poder del Resucitado, dándonos el regalo de una celebración relacionada a la vida y no aislada de ella. Jesús nos explica cómo convertir las aguas de la vida en vino. “Llenen de agua las tinajas.” Es por llenar las tinajas hasta el borde que se convierte el agua en vino. Viviendo la vida a plenitud la convierte en una gracia creadora y refrescante; la cambia en lo que nos da a nosotros mismos y a los compañeros un aspecto nuevo y el deseo de vivir cantando y bailando ante Dios.

La celebración de Caná hace creer a los discípulos. Por esto, su celebración no se queda en Caná; se les va derramando con el vino de las tinajas en los caminos del discípulado. La celebración jamás es suficiente por sí sola, sino por la manera en que se ubica en el contexto de nuestras luchas y compromisos.

En las celebraciones que nosotros llamamos liturgia, no debe haber un aspecto de obligación a un rito; sin embargo, debe existir un deseo de expresar por palabra y obra nuestro agradecimiento por la vida, un don inmerecido, derramado de la abundancia de luz, sonido y oscuridad del mundo. Se ve también que el regalo no es sólo de nosotros, sino de todos los vecinos cuyas figuras, culturas y lenguas trazan en el polvo del planeta los signos de la vida humana.

Nos juntamos para celebrar la presencia de un Dios que ha escogido morar con nosotros en el proceso de nuestra historia. No hay ninguna presencia mística ni escondida según la fe cristiana, sólo la del Dios que nos ama en un esposo o esposa enferma, en los niños que aprenden, en una madre atenta, en un médico preocupado, en un profesor confiado. Se nos invita a celebrar la presencia de Dios quien mora en nosotros por lo que somos y en todas las formas que se manifiestan en nuestras vidas.

Las tinajas de la vida se deben llenar. No hay excusa para no llenarlas con gente, eventos y cosas. La acción de llenarlas es la que hace de la vida una fiesta y del trabajo una alegría.

Los inmigrantes que llegan a nuestras puertas y tocan vienen con matrimonios, familias y culturas que celebran la vida. Como un pueblo variado de muchas culturas, desesperadamente necesitamos lo que es nuevo y diferente, no sólo para renovar la nación, sino para que no nos olvidemos de nuestros propios orígenes. La familia de mi mamá llegó en un barco llamado “el Paraíso” Mi papá, locamente enamorado de ella era de familia inglesa e India norteamericana. Los dos abrazaron lo nuevo, una familia en Illinois desde 1700 y la otra una recién llegada en 1903.

Matrimonio y familia son la fuente de la vida celebrada. Allí comienzan los sueños y allí mismo ellos se realizan. Hoy nuestras leyes injustas hacen imposible el desarrollo de la vida completa y celebrada. La amenaza y la deportación son una realidad horrible para los matrimonios y familias. Sólo nosotros podemos cambiar una ley injusta que destruye familias y culturas.

Donaldo Headley
Donaldo Headley se ordenó al sacerdocio en 1958. Se graduó con MA en filosofía y STL en teología de la Facultad Pontificia del Seminario de Santa María del Lago en Mundelein, Illinois.
Arte de Martin Erspamer, OSB
de Religious Clip Art for the Liturgical Year (A, B, and C)
["Clip Art" religioso para el año litúrgico (A, B y C)]. Usado con permiso de Liturgy Training Publications. Este arte puede ser reproducido sólo por las parroquias que compren la colección en libro o en forma de CD-ROM. Para más información puede ir a: http://www.ltp.org