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La Espiritualidad de las Lecturas
Tercer domingo de Adviento C
15 de diciembre, 2024
John Foley, SJ

El canto de Adviento

¡Regocíjate!

San Pablo manda así en la Segunda lectura: “Hermanos: Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres.” La palabra en latin que significa “regocijar” es gaudete, así que naturalmente este domingo se conoce como el domingo gaudete.

El júbilo de Dios canta con alegría en todo momento, y su canción es la Tierra, las galaxias y la gente.

¿A qué viene toda esta alegría? ¿Supone un respiro en el solemne Adviento? Sí. Pero hay más.

Recuerda que el Adviento es como un retiro que hace la Iglesia universal. En esta tercera semana contemplaremos nuestras vidas en el contexto de la gran belleza que Dios ha creado dentro y alrededor de nosotros.

¿Somos capaces de permitirla entrar?

La Primera lectura lo expresa de una manera deslumbrante. Sofonías se atreve a decir que el Señor “por ti lanzará gritos de alegría como en días de fiesta.” ¿Se te había ocurrido alguna vez que Dios podría arrancar a cantar por ti?¡Por ti! ¿Tu idea de Dios se ha expandido hasta allí? ¿Has pensado alguna vez que es el canto de Dios que te hace existir?

En uno de los libros de la serie Narnia por C.S. Lewis, los niños son llevados al momento de la creación. Oyen la voz de Aslán (un personaje que representa un símbolo de Cristo), que canta en la naturaleza. Cuando la voz sube, las aves, las nubes y el cielo azul aparecen. La melodía da un giro y las montañas levantan laboriosamente la cabeza. Y una vibración profunda crea las profundidades de los mares.

Parece que la creación está hecha de melodías.

Ahora bien, los científicos disputan la composición del universo físico, que si son partículas u ondas (creo que va así). Einstein y muchos otros intentaron reconciliar esas polaridades, pero no pudieron. Pero si yo pudiera aproximar tan siquiera un poco una descripción de la “teoría de las cuerdas,” tendríamos una tercera posibilidad.

Tal vez has visto programas de televisión sobre esta teoría, un modelo que según algunos científicos realmente une las dos hipótesis. Las supuestas cuerdas funcionan de una forma similar al sonido, como las vibraciones que salen de la cuerda de un violín.

En lugar de decir que la materia o los campos de fuerza y otros fenómenos se basan en las partículas o las ondas o la incertidumbre, esos científicos proponen unas partículas similares a la cuerda: infinitesimales, cambiantes, retorciéndose constantemente. Por medio de sus formas movedizas, estos círculos de cuerda generan (o constituyen, o se hacen...como sea) todo lo que existe.

Veámoslo así: El júbilo de Dios canta con alegría en todo momento, y su canción es la Tierra, las galaxias, la gente, las plantas y las sustancias químicas, y los halcones que suben en el cielo y los planetas que orbitan, gotitas de rocío y pesados agujeros negros, bellezas juveniles, sabidurías ancianas y todo lo que existe.

En este caso, nosotros seguramente somos el canto de Dios.

En el Evangelio para este domingo, la gente se congrega para ser bautizada, esperando al Salvador. Cada grupo (la muchedumbre, los publicanos, los militares) le pregunta a Juan Bautista: “Maestro, ¿qué hacemos nosotros?”

  “Dejar que cante tu vida,” es la repuesta.

Deja que cante tu vida.

Deja que tu vida sea lo que es: la alegre, entrelazada y siempre consonante melodía de Dios. Se proyecta con el júbilo más profundo. ¿Esto podría ser tu Adviento?

Juan Foley, SJ

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Fr. Juan Foley, SJ