Espiritualidad de las Lecturas
Domingo 3º de Cuaresma OICA
11 de marzo de 2012

Calendario litúrgico 2011 ciclo A, año impar


Nada más

 

Estoy meditando sobre la mujer del pozo. Su historia en el Evangelio tiene muchos puntos de vista, pero lo que me atrae es la parte acerca del agua que calma nuestra sed.

En el Evangelio, Jesús le pide a la mujer que saque un poco del agua deliciosa del pozo para que Él pueda beberla. Ella es Samaritana. Tal vez ella puede ver su necesidad, y haga algo.

La sed está siempre presente en este planeta azul. Algunas veces dramáticamente. Recuerdo cuando yo iba manejando una bicicleta con un amigo en el campo durante un día soleado. No habíamos pensado en una colina que continuaba empinándose ante nosotros, una bien larga y fatigante. Pedaleamos y pedaleamos hasta llegar a la cima. Lo logramos. Pero la humedad y el calor nos secaron. Estábamos bien secos y sedientos. A la izquierda había una casa de campo o residencia de alguna clase. ¿Por qué no pedir un vaso de agua?

Vimos que la casa estaba en la cima de otra colina, y como a cuatrocientos pasos de distancia. Bueno tal vez no cuatrocientos pero eran muchos. ¿Cómo íbamos a enfrentarnos a otro reto olímpico y subir tantos escalones empinados para someter a un ciudadano inocente a nuestras peticiones?

No hay problema. Subimos los escalones, tocamos a la puerta, y recibimos los saludos de una señora muy amable, quien no pudo pensar en nada más placentero que darnos un vaso grande de agua fría. Aaaahhhh. Bebimos hasta el fondo del vaso. Lo saboreamos, nos refrescamos. Y nos fuimos!

Nada en el mundo pudo haber sabido tan delicioso y satisfaciente. Estábamos deseando lo que nuestros cuerpos pedían, y recibimos una respuesta generosa.

Parece ser que los seres humanos tienen una sed por algo mucho más profundo que esta anhelada satisfacción. Como San Pablo lo dice en la Segunda Lectura, estamos sedientos “del amor derramado por Dios en Jesús a través del Espíritu Santo” Amor. Esta es una necesidad primordial, como la necesidad de agua; hay un “vacío del tamaño de Dios” dentro de nosotros, un anhelo por al amor más grande que existe.

Jesús dice que pondrá una fuente con tal agua dentro de la mujer Samaritana. Acabará con su sed para siempre.

A menudo, tú y yo, usamos cosas menos importantes para tratar de satisfacer esta gran necesidad: alimento, trabajo, apariencia, logros, otras personas, sexo, y muchas más. Todas estas cosas son buenas, pero en exceso pierden su efecto. Aún en su mejor forma nos dejan murmurando “ ¿Es esto todo lo que es”

No, eso no es todo. Cada uno de nosotros está hecho de tal forma que morimos sin amor verdadero. Si nuestra pequeñez está hecha para un alma que se abre al amor y especialmente al más grande de todos los amores, entonces tenemos que abrir esta profundidad en el centro de nuestro ser. Cualquiera que sean los cuidadosos pasos que tomemos, necesitamos, una Cuaresma tranquila, abnegación, revisar nuestras vidas, aún estar en paz con nuestras pérdidas.

En otras palabras, tenemos que pedalear hasta la cima de la colina, subir los innumerables escalones y animarnos a tocar la puerta y esperar.

Esperar. Cuaresma.

Tal vez Jesús abrirá la puerta.

Y nos dará “ una fuente de agua brotando hasta la vida eterna”.


Por P. John Foley, S. J.
de la Universidad de San Luis
(traducido por Luis Infante, S. J.)
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Arte de Martin Erspamer, O.S.B. (Anteriormente Steve Erspamer, S.M.)
de Religious Clip Art for the Liturgical Year (A, B, and C)
[Religious Clip Art para el Ano Litúrgico (A, B y C)].
Usado con permiso de Liturgy Training Publications. Este arte puede ser reproducido solo por las parroquias que compren la colección en libro o en forma de CD-ROM. Para mas información puede ir a: http://www.ltp.org/

Derechos de Autor © 2011, John Foley, S. J.
Todos los derechos reservados. Se concede permiso para la reproducción para uso personal o uso parroquial.