En esta temporada cantamos mucho sobre el Principe de la Paz. Sin embargo, ¿entendemos de quien cantamos o lo que significa la palabra, “Paz”?
Es difícil este mundo en que vivimos. Un amigo mencionó en días pasados que el General Colin L. Powell, en su entrevista parecía más como Secretario de Defensa, cuyo oficio es hacer la guerra que como el candidato al Secretariado del Estado, cuyo trabajo es manejar la paz. Pero, esto es sólo un detalle de los días presentes. Parecen llenos de mentira y temor.
Cuando el autor del quinto capítulo de Miqueas habló a Israel, mencionó un líder que iba a traer la paz. No sería una paz garantizada por alianzas con extranjeros, sino por un miembro de su propio pueblo nacido en Israel de la carne y sangre de su historia particular. En los capítulos subsecuentes, el escritor proclama la eliminación de Asiria y de su máquinas de guerra. La paz existirá, no por otra violencia, sino por el amor que Dios tiene a su pueblo. El niño que nacerá no sólo traerá la paz, sino El mismo será la “Paz”.
La Carta a los Hebreos aclara más esta imagen al acercarnos a la celebración navideña. La Ley Mosaica con sus sacrificios de animales para pagar los pecados, ya no tendrá ningún efecto en la sociedad humana; nada de esto se necesitará. El pacto entre Dios y todos los pueblos es renovado en la carne de Jesús. Dios nos ha sanado una vez más por la misma voluntad de Dios. San Pablo nos dice que Dios nos ha amado primero. No es lo que nosotros podemos hacer o no, sino lo que Dios ya ha hecho que nos salva en Cristo. Hemos llegado a ser los salvados y santos de Dios porque el Verbo de Dios se ha unido a nuestra carne humana en Jesús de Nazaret, cambiando toda la humanidad. Nosotros estamos salvados porque Cristo es Dios, y nosotros estamos salvados porque él, la Palabra de Dios hecha carne en todos nosotros, es también el hermano que muere por nosotros.
Los saludos intercambiados entre María e Isabel en la selección evangélica de hoy son otra indicación de cómo Cristo llega a acompañarnos en nuestra historia. Su saludo se origina en la fe de las dos. Cada una está segurá que la otra es bendecida por el Dios que se comprometió a salvar a Israel. Isabel le dice a María las palabras que utilizamos en el “Dios te salve, María”. María es la bendecida entre mujeres por la manera en que ella funciona; ella ha llegado a la casa de Isabel para ayudarle durante su embarazo. Isabel le agradece su llegada, diciéndole cómo la decisión de María bendecirá el mundo y el futuro. María responde con las palabras que aclaran la acción de Dios para cumplir sus promesas de liberación y gracia.
Lo que oímos en las lecturas de hoy cambia el valor del tiempo para nosotros. Esta cuarta dimensión puede llegar a ser la fuente de una nueva vida, un comienzo, un momento creador, la liberación de un pueblo. Los jóvenes siempre ven el tiempo como un desfile lento y los ancianos lo sienten como un viaje hacia abajo con patineta. Objetivamente, el tiempo no se define según estas percepciones; es mejor la oportunidad para llegar a ser lo que nunca creíamos posible. El tiempo, como nos lo presentan María e Isabel, nos invita a vivir como Dios vive, amando incondicionalmente a los demás.
Nada será igual para nosotros si escuchamos las palabras de estas dos hermanas. Toda esperanza humana comienza en sus saludos. Su amistad expresada cambia todo para nosotros. Toda la humanidad llega a depender de las relaciones diarias que nuestras vidas evocan. De hecho, su conversación nos indica que sólo estas relaciones nos ofecen la salvación. No nos salvamos solos, sino por medio de la solidaridad humana. Dios nos lo dice claramente en la Encarnación de su Verbo que estas dos mujeres celebran. ¿Cómo puede Dios decirnos con más claridad que acompañar y compartir lo que somos y tenemos es nuestra única fuente de conversión y salvación?
Sin embargo, ¿creemos esto de verdad? ¿Aceptamos a Dios como presente en nuestra humanidad como el resultado de las alianzas que Dios ha forjado con el pueblo por la historia, o todavía buscamos algo más misterioso y místico que no existe ahora y nunca existirá?