Espiritualidad de las Lecturas
Domingo 4º de Cuaresma OICA
18 de marzo de 2012

Calendario litúrgico 2011 ciclo A, año impar


Un Testigo Ocular

 

El Evangelio del Domingo es acerca de la sanación de un hombre ciego y de la ceguera de aquellos que creen que pueden ver.

La historia ocurre un Sábado, Jesús hace barro con su propia saliva (que detalle tan terrenal) y envía al hombre ciego a lavarse en la “piscina de Siloé.” Cuando él regresa Jesús no está ya allí, pero la vista del hombre sí! La confusión reina entre los presentes. “Éste no puede ser el hombre ciego que acostumbraba a sentarse y mendigar. No, es alguien más. Pero se parece a él. Etc.”

Lo llevaron donde los fariseos, y la confusión los llenó a todos. “La ley dice que debes mantener el Sábado sagrado,” dijo uno de los fariseos. “Miren los hechos. Este Jesús pretendió hacer un milagro en el día del Sábado. Por lo tanto es un pecador y no puede venir de Dios.” Otro terminó el pensamiento “…por lo tanto Él ciertamente no pudo hacer un milagro!” Ellos mismos inventaron otra regla: “Cualquiera que pueda ver ahora tiene que haber visto siempre”

“Obtengamos evidencia”, dijeron. “Su familia sabe que nunca fue ciego.” Fueron adonde sus padres, quienes contestaron, sin mucho interés que su hijo, ciertamente, había nacido ciego. ¡Ay!

Los fariseos adoptaron una nueva estrategia. Pretendieron que creían en la sanación del hombre ciego y que estaban fascinados por ella. Su pregunta cínica hace eco por las calles. “¿Cómo pudo este Jesús hacer un milagro tan maravilloso?” El hombre respondió frustrado “Ya se lo dije y no me escucharon, ¿necesitan oírlo de nuevo? O es que quieren ser sus discípulos también?” Los fariseos se enfurecieron y empezaron a insultar al hombre.

¿Por qué están los fariseos tan exaltados? Porque perderían su poder, su fortuna, y su control si Jesús realmente tiene poder divino. El tomaría el control. Tienen que cegarse a la verdad, o sufrir las consecuencias.

¿Qué es la verdad?

Es simple. Jesús le ha dado una visión profunda al hombre que nació ciego. De esta forma la obra de Dios se hizo visible. Es por esto que el hombre era ciego, nos dice Jesús. ¿Acepta el hombre esto? “Yo creo, Señor” dijo el hombre.

Su corazón ha sido sanado, además de sus ojos físicos.

¿Quién puede ver y entender una cosa así? No los fariseos. Ni tú ni yo tampoco, si estamos protegiendo nuestro lugar en el mundo. Sin duda, actuaríamos de la misma manera, dada la oportunidad. Los fariseos codiciaban el control de otros, por el respeto y la voluntad propia. ¿Qué pasaría si Jesús hubiera puesto saliva en sus almas y de repente hubieran visto al ciego ver? Ellos hubieran aceptado el milagro, y las obras de Dios.

Y es por eso que esta larga historia se presenta durante la Cuaresma, el tiempo de preparación. Tú y yo vamos a presenciar una curación aún mayor en la Pascua, y tenemos que empezar a lavar nuestros ojos para verla. Jesús mismo va a sufrir la ceguera del mundo y morirá por su causa. Y piense en esto. El mundo, matándole a él, será curado de la muerte y del sufrimiento, del odio y del miedo, curado por un evento que no parece ser nada más que odio a sí mismo. Jesús desciende a las tinieblas con el fin de abrir los ojos a un amor que es más fuerte que la oscuridad.

P. John Foley


El Padre John Foley, S.J. es compositor y acad�mico en Saint Louis University,
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Derechos de Autor © 2011, John B Foley, S. J.
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Arte de Martin Erspamer, O.S.B. (Anteriormente Steve Erspamer, S.M.)
de Religious Clip Art for the Liturgical Year (A, B, and C)
[“Clip Art” religioso para el año litúrgico (A, B y C)].
Usado con permiso de Liturgy Training Publications. Este arte puede ser reproducido sólo por las parroquias que compren la colección en libro o en forma de CD-ROM. Para más información puede ir a: http://www.ltp.org/