Pedro tenía un problema con “los creyentes judíos”. Ellos se resistían en aceptar e integrar en la nueva comunidad cristiana a los nuevos creyentes provenientes de fe pagana; los gentiles.
Es más, le tenían resentimiento por no seguir todas las tradiciones y las leyes judías. Se le quejaron a Pedro porque comían animales impuros, se le quejaban a Pedro porque no estaban circuncidados… en fin, se quejaban.
En medio de esto, viene la historia de Cornelio, el centurión romano, y reta todo sus esquemas y sensibilidades. Un representante de todo lo que “los creyentes judíos” se estaban resistiendo y le da a Pedro y a todos nosotros un gran testimonio.
Cornelio, quien él, su familia y todos en su hogar creían en Dios, oraban a Dios y hacían obras de caridad, tuvo una visión de un Ángel que le pidió buscar a Simón Pedro en Jopa. Al otro día mandó a dos de sus sirvientes y a uno de sus soldados de confianza a buscar a Pedro.
Pedro, con hambre, se puso a orar y tuvo una visión de todo tipo de animales que los judíos consideraban impuros, y una voz que le dijo a Pedro “come”. Y Pedro dice que nunca ha comido alimentos impuros y la voz le dice: “No tengas tú por impuro lo que Dios ha hecho puro”. Y pensando en la visión llegaron los tres hombres que había enviado Cornelio. Pedro fue guiado por el Espíritu a recibirlos y los invitó a comer. Y con eso, Pedro sabía que se iba a meter en problemas con “los creyentes judíos”. Al próximo día, Pedro acompaña a los mensajeros de Cornelio y llega a su casa. Aquí es donde la primera lectura de este domingo comienza a narrar.
Cornelio al ver a Pedro, sale a su encuentro y se postra. Pedro inmediatamente lo levanta y le recuerda que es solo un hombre, como él.
Hay una parte importante que la primera lectura brinca. Entre el versículo 27 al 33.
¡Pedro se sorprendió de la cantidad de gente que estaba esperando por él, dentro de la casa! Creo que pensó, si se había metido en problemas por invitar a comer a tres, con esta reunión le iba a ir peor. El detalle está en que Pedro no va solo, Pedro va con un grupo de creyentes judíos. Todos los ojos fijos en él.
Por eso Pedro les dice:
28 “«Ustedes saben que no es lícito para un judío asociarse con un extranjero o visitarlo, pero Dios me ha mostrado que a ningún hombre debo llamar impuro o inmundo.”
29 “Por eso, cuando mandaron a buscarme, vine sin poner ninguna objeción.”
Pedro entonces escucho a Cornelio dando su testimonio de fe y su visión y fue entonces cuando Pedro concluyó en medio de toda la gente: “Ahora caigo en la cuenta de que Dios no hace distinción de personas, sino que acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que fuere.” Este mensaje era para darle aliento a los presentes y para extender una invitación a los judíos presentes a que los acepten.
Una confirmación de este mensaje fue el regalo del Espíritu Santo: “el Espíritu Santo descendió sobre todos los que estaban escuchando el mensaje” Me encanta, en ese versículo, la palabra “todos”, que infiere que ninguno fue excluido; que todos fueron aceptados. Confirma lo que Pedro dijo anteriormente: “Dios no hace distinción de personas, sino que acepta”.
Esto es amar. El tipo de amor que Dios nos pide es aceptar en tu vida, personas que no siguen tus normas, tu estilo de vida, tus costumbres, tu cultura, tu comida, tu idioma, tus leyes de vida. Es aceptar que Dios las ama igual que a ti, tal y como son.
Rechazar, juzgar y criticar se han vuelto un deporte; se han vuelto entretenimiento. ¿Cuánto una persona puede aguantar ser juzgada, criticada y rechazada antes de completamente romperse como ser humano? ¿Ser poco a poco empujado a la baja autoestima, auto sabotaje, suicidio, y por el otro lado, a la violencia? Por otro lado: ¿Cuántas personas se han tomado para sí el rol de juez y verdugo? ¿Cuantas personas se han agrupado en sus moralmente superiores segmentos y rechazan al otro?
Esto va completamente en contra del cristianismo.
Pedro y Juan sabían esto, porque Jesús mismo se los enseñó. “Esto es lo que les mandó: que se amen los unos a los otros”.
La segunda lectura es el famoso pasaje de 1ra de Juan, donde el apóstol nos invita a amarnos: “Amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama, no conoce a Dios, porque Dios es amor.”
Porque nunca se nos debe olvidar y siempre debemos de tener presentes que:
“Dios no hace distinción de personas, sino que acepta” “Dios es amor”
Dios les bendiga a todos y Seamos Santos.