Domingo > Reflexiones en español > Reflexiones > La Palabra que nos compromete
Las Cosas Necesarias
“A menos que ustedes se circunciden, no pueden ser salvos.”

Unas personas de Judea estaban ocasionando problemas en Antioquía. Insistían en imponer requisitos rigurosos para la salvación. San Pablo y San Bernabé pidieron el apoyo de Jerusalén, y después llegaron a un acuerdo. No deberían de molestar ni inquietar a la gente no judía. Les comunicaron que, bajo la dirección del Santo Espíritu, la nueva Iglesia no debería “imponerles a ustedes ninguna carga aparte de los requisitos justamente necesarios.”

¿Cuáles eran necesarios? Abstenerse de carne sacrificada a los ídolos, no tomar ni la sangre ni la carne de animales estrangulados, evitar las relaciones sexuales ilícitas.

Ahora bien, esto es interesante, tanto por lo que se menciona como por lo que no se menciona. Sin lugar a dudas, la comunidad de Jerusalén presuponía que la gente se dedicaba a la misión del Señor Jesucristo, pero no querían cargarles de obligaciones a los nuevos conversos.

Y ¿qué pasa con los animales estrangulados y la sangre? ¿Aún se prohibe? ¿Y la idolatría? ¿Podríamos encontrar semejanzas actuales cuando se matan animales y se los sacrifican por los becerros dorados del dinero y del poder? Si estas costumbres se permiten ahora, ¿han tomado su lugar otras en la lista de lo justamente necesario?

Ante todo, siempre debemos recordarnos de Jesús y de sus palabras.

Se puede leer en la primera carta de Timoteo que las mujeres no deberían hablar en las asambleas. Por su parte, la carta a Tito ordena que los obispos deberían ser de carácter moral intachable. No deberían ser ni borrachos ni avaros. Y sólo deben casarse una vez—sus hijos deben ser creyentes firmes y correctamente respetuosos. Ahora pues, este es un nuevo argumento en el debate sobre el celibato.

Por otro lado, ¿cuáles son las costumbres que nos parecen justamente necesarias? ¿El lenguaje libre de discriminación de género? ¿La misa en latín? ¿Predicadores pero no predicadoras? ¿Homilías cortas?

Una de las tentaciones más seductoras del creyente es identificar la voluntad de Dios con la voluntad del creyente, y no al revés. Se mete la voluntad de Dios en el patriotismo, el ser de izquierdas, el capitalismo, el feminismo, la jerarquía, el código civil, el éxito financiero, la tradición eclesiástica. En casos extremos, se emplea la supuesta voluntad de Dios para justificar el abandono de un esposo o de una esposa, el incumplimiento de una promesa, hasta el asesinato de alguien, sea comunista, criminal u opresor.

El mismo engaño ha pasado cuando los filósofos han atacado la eterna y necesaria “ley de la naturaleza” en favor de prejuicios culturales, intereses de la clase social, o por predilección personal. Se ha empleado la ley de la naturaleza para justificar los crímenes más espantosos. Con frecuencia, se ha manipulado para legalizar la esclavitud, para dominar a las mujeres, y para explotar a los pobres.

Entre las iglesias, ¿se ha oído decir alguna vez que no se debe cambiar una costumbre nunca porque es la voluntad de Dios? Sin embargo, ¿ha sido esa costumbre más importante que la circuncisión? Es obvio que la circumcision era un tema importante. Pero parece que algunos de los antagonistas lo elevaron a una ley inmutable.

Cuando yo estaba en el noviciado, un novicio del año anterior, sumamente seguro de sí mismo, declaró que nunca pasarían dos cosas. Estas cosas imposibles eran la misa en inglés y un presidente católico. Vaya profecía.

Cómo podemos evitar engañarnos? ¿Cómo podemos escaparnos de la esclavitud a las leyes simplemente humanas mientras desatendemos la ley de Dios? ¿Cómo nos cuidamos de la costumbre de adorar lo temporal y las invenciones culturales?

En el cuarto Evangelio, Jesús promete que el Espíritu Santo nos enseñará todo y nos recordará de todo lo que nos reveló. ¿Fue esto lo que dirigió a la comunidad en Jerusalén a negarse a imponer cargas pesadas sobre los hombros de los nuevos creyentes?

Ante todo, siempre debemos recordarnos de Jesús y de sus palabras. Así nos puede enseñar el Espíritu Santo. Cuando miramos a Cristo, principalmente en las sagradas escrituras, es claro lo que nos dice: necesitamos arrepentirnos, nos ofrece la salvación con su muerte y resurrección redentoras; y nos llama a seguir su ejemplo en nuestra misión al mundo. De la misma manera, lo encontramos en nuestra comunidad, nuestra iglesia, que desde el principio nos ha dado su palabra. Las sagradas escrituras nos llegaron de la comunidad, bajo la bendición del Espíritu Santo. Así también nos llegaron nuestras creencias fundamentales. Además, nuestros símbolos sacramentales y sagrados recuerdan y recrean el poder redentor de Jesús.

Todas nuestras jerarquías, tradiciones, enseñanzas, y leyes nos ayudan a recordar. Nuestros seres sagrados, llamados santos, y nuestras piedades, llamadas devociones, siempre nos han vuelto a la verdad. También lo vemos, como se nos prometió, en nuestros hermanos más pobres.

Mientras ninguno de estos puede llevar todo el misterio de Cristo, en su conjunto dan testimonio del mensaje de la Pascua.

Pero nunca debemos olvidar una verdad brillante. Todos los requisitos e ideologías, todos los Papas y ritos, todos los teólogos y místicos, todas las leyes y tradiciones, no significarían nada para nosotros como católicos, si Cristo no resucitó y no nos salvó.

Abandonar el requisito de la circuncisión fue simplemente sentido común.

Juan Kavanaugh, SJ
Traducción de Kathleen Bueno, Ph.D.
El Padre Kavanaugh fue profesor de Filosofía en la Universidad de San Luis, Missouri. Su prematura muerte ha sido muy dolorosa para todos aquellos que le tratamos en su vida.
Arte de Martin Erspamer, OSB
de Religious Clip Art for the Liturgical Year (A, B, and C)
["Clip Art" religioso para el año litúrgico (A, B y C)]. Usado con permiso de Liturgy Training Publications. Este arte puede ser reproducido sólo por las parroquias que compren la colección en libro o en forma de CD-ROM. Para más información puede ir a: http://www.ltp.org