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La Palabra hecha carne
Meditaciones sobre las Sagradas Escrituras
Domingo de Ramos, ciclo B
1 de abril de 2012

Procesión con las Palmas:
San Marcos 11:1-10 ó San Juan 12:12-16
Primera lectura: Isaías 50:4-7
Salmo responsorial: 22:7-8, 16-17a, 18-19, 22-23ab
Segunda Lectura: Filipenses 2: 6-11
Evangelio: Marcos 14:1-15:47


Morir
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“Triste está mi alma hasta la muerte.”

Puedo confesar ahora que cuando era joven, odiaba esas películas que representaban la vida de Cristo. Nunca eran suficientemente deslumbrantes. Para colmo, esas películas siempre terminaban en fracaso. No hay remedio. Murió. No triunfó. Y fue un desastre.

Quizás fuera por eso que pocas veces me atraían nuestras iglesias. Además de asociarlas con el desánimo y la culpabilidad, allí estaba, sangrando y deshecho, a la vista de todo el mundo.

Una de las mejores cosas de la devoción de la devoción de las Cuarenta Horas era el hecho de que, además del incienso y las procesiones, pronto se taparía la cruz, especialmente el cuerpo.

Muchos años después, me enteré de que tanto el Reverendo Sun Myung Moon, el líder de la iglesia de la unificación, como Ted Turner, encontraban algo raro que la gente venerara a una figura que terminó tan fracasada.

Y de esto se trata. Yo quería, todos queremos tener a un triunfador. Y alguien que triunfa no termina como el resto de nosotros ---sin fuerzas, fuera de toda ayuda terrenal, débiles, y vencidos ante la gran fuerza de la muerte.

El Superhombre tenía ojos con vista de rayos equis y podía volar. El Capitán Maravilla decía “¡Shazam!” y convertía la derrota en una victoria inesperada. La Mujer Maravilla, mejor todavía que las Amazonas, podía vencer ejércitos de maleantes. Pero Jesús no.

Yo hubiera escrito el guión de forma diferente. En vez de tomar del suelo la oreja del enemigo y, de alguna manera, pegársela de nuevo, ¿por qué no hacer que Jesús les quitara a todos la cabeza?

Aún después de que le clavaron a Jesús en la cruz, yo pensaba que llegaría la caballería al último momento. Se abrirían los cielos y la voz ensordecedora de Dios retumbaría: “¿Qué le están haciendo a mi hijo amado? ¡Ahí va eso!” Relámpagos y terremotos. En cambio, tenemos esto: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”

Entonces, durante años, decidí ignorar todo lo desagradable . La Pascua de Resurrección seguramente llegaría con los dulces, la primavera y todo.

Esta acción de evitar reapareció de nuevo cuando me hice novicio jesuita. Nunca conseguía entrar en el misterio de la tercera semana de los ejercicios espirituales de forma adecuada, la semana (o el día, sea cual sea la situación) que se concentraba en la pasión y la muerte de Jesús. Todo parecía pararse. Esperaba las narrativas de la resurrección y la promesa del fin del retiro espiritual.

De algún modo, todo ha cambiado con los años. Un niño sabe de la muerte, pero no entiende lo que implica. La mayoría de la gente mayor sí que lo entiende.

Pero a la hora de la verdad, cada muerte es un desastre. La muerte es una negación total y completa de todo lo que la precede. Muchos no creyentes, en sus momentos más sinceros, confiesan lo inconfesable: parece que la muerte se burla de todos nuestros logros y esperanzas.

Y después de ver a tantos seres queridos morir, tanto si son viejos y débiles, o si son de edad mediana y están atacados por una enfermedad, como si son jóvenes y de repente desaparecidos, me doy cuenta de que no nos bastaría nada menos que un Dios que se enfrentara con la muerte.

¿Podría Dios amarnos y curarnos de verdad, tan cargados como estamos con el pecado y el peso de la muerte, si ese Dios no hubiera estado también, de alguna forma, lleno de dolor y aún de muerte?

 

John Kavanaugh, S. J.
Traducción de Kathleen A. Bueno, Ph.D.

El P. Kavanaugh es profesor de Filosofía en Saint Louis University, St. Louis, Missouri.

Derechos de autor © 1996 por John F. Kavanaugh. Todos los derechos de autor están reservados. Se usa con el permiso de Orbis Books, Maryknoll, New York 10545-0308

THE WORD ENCOUNTERED: Meditations on the Sunday Scriptures
Orbis Books, Maryknoll, New York (1996), pp.36-38.
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Arte de Martin Erspamer, O.S.B. (Anteriormente Steve Erspamer, S.M.)
de Religious Clip Art for the Liturgical Year (A, B, and C)
[“Clip Art” religioso para el año litúrgico (A, B y C)].
Usado con permiso de Liturgy Training Publications. Este arte puede ser reproducido sólo por las parroquias que compren la colección en libro o en forma de CD-ROM. Para más información puede ir a:
http://www.ltp.org/