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“Y salió Pedro de allí y lloró amargamente”

Cuentan que una vez un sacerdote con cierta experiencia pastoral se iba de paseo un fin de semana y encargó todos los detalles al joven vicario parroquial: “–Tenga en cuenta que el sábado hay dos misas; la de seis y la de siete en la que habrá un matrimonio. El domingo recuerde tocar las campanas, aunque los vecinos se quejen. No se olvide de la misa de niños a las once. Por la tarde, deje las limosnas sobre el escritorio ... ” Y así, el párroco se fue tranquilo a su paseo.

Jesús no condena a una mujer sorprendida en flagrante adulterio.

Al regresar, el lunes por la tarde, recibió un completo informe de lo sucedido el fin de semana. Aparentemente, no hubo nada raro. Pero llegando al final del relato, el joven vicario dijo: “–¡Ah, se me olvidaba comentarle! Resulta que el sábado vino mucha gente al matrimonio. Llegó más gente que a la misa de las seis.” “–Hasta ahí, nada raro”, replicó el párroco. El vicario continuó: “–Pues resulta que vino una señora evangélica. Todo el mundo sabe que ella es evangélica; yo mismo la he visto entrar en un templo que hay cerca de aquí. Es muy amiga de la novia y por eso estaba allí.” “–Hasta ahí, nada raro”, continuó el párroco, ya un poco molesto por los rodeos. “–Pues lo raro fue que en el momento de la comunión la señora se puso en la fila y yo no sabía qué hacer. Mientras iba repartiendo la comunión a los fieles, me iba preguntando interiormente: ¿qué hago, Señor? ¡Ilumíname! Cuando llegó frente a mí, lo único que se me ocurrió preguntarme fue: ¿Qué hubiera hecho Jesús en un caso como este?” Entonces, el párroco, casi gritando, dijo: “¡No me diga que hizo eso! Hoy mismo hablaré con el obispo para que lo sancione por lo que ha hecho. Habrá una ceremonia de desagravio en la que estén presentes los feligreses de la parroquia˘”

No sé qué final le ha puesto cada uno de los lectores a esta historia. Propiamente, la historia no cuenta lo que hizo el vicario. Lo único que deja claro es que pensó el joven sacerdote que hubiera hecho Jesús, escandalizó al párroco. Pero ni siquiera éste supo qué hizo el vicario. Se supone que hizo lo que Jesús hubiera hecho en un caso similar. No conozco una mejor forma de explicar lo que es el discernimiento espiritual. La gente se imagina que el discernimiento es una técnica determinada para buscar la voluntad de Dios. Desde luego, hay técnicas que nos pueden ayudar a adelantar un proceso de discernimiento personal o comunitario. Pero, estrictamente hablando, estas técnicas no son el discernimiento. Por eso, prefiero decir que el discernimiento espiritual es una forma de vida que, sin mayores complicaciones, se hace cada día y ante cada situación particular y cotidiana, la pregunta del vicario parroquial: ¿Qué hubiera hecho Jesús en un caso como este? Y no sólo se hace la pregunta, sino que acierta en la respuesta y la realiza sin titubeos. Si nos hemos impregnado de la manera de obrar de Jesús, no debería ser tan complicado saber cómo obraría él en una determinada situación. Lo complicado, normalmente, no es saber qué haría el Señor. Lo difícil es hacerlo ... Sobre todo porque las consecuencias para la propia vida son impredecibles, como fue impredecible la reacción del párroco de la historia, que se escandalizó, no de lo que hizo el vicario, sino de lo que él mismo pensó que hubiera hecho Jesús ante una situación como esa...

La escena que nos presenta el Hermann Rodríguez Osorio, SJ

Sacerdote jesuita, Decano académico de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá
Arte de Martin Erspamer, OSB
de Religious Clip Art for the Liturgical Year (A, B, and C)
["Clip Art" religioso para el año litúrgico (A, B y C)]. Usado con permiso de Liturgy Training Publications. Este arte puede ser reproducido sólo por las parroquias que compren la colección en libro o en forma de CD-ROM. Para más información puede ir a: http://www.ltp.org