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La Espiritualidad de las Lecturas
Jueves Santo y Viernes Santo
9 y 7 de abril, 2023
John Foley, SJ

Abre los oídos

El poder de una historia.

Cuando éramos niños, mi papá nos contaba historias muy especiales del Oso Bruno.  Bruno era un cachorro, (al igual que nosotros). Regociábamos en los potes de rica miel que Bruno tenía escondidos por ahí, en las abejas enojadas, en nadar en el río sucio, en un osito que se limpiaba detrás de las orejas porque su Mamá insistía...y cosas por el estilo.

Con Bruno, nuestras imaginaciones se refugiaban en la seguridad de su acogedora cueva, con el Papá de Bruno siempre a unos pasos de oso, y, por supuesto, la voz fuerte de nuestro papá contándonos todo esto desde el centro de su persona. Nos sumergíamos en el silencio y la admiración.

De eso hace ya mucho tiempo, yo lo sé, pero ¿no es de admirarse cómo la gente se espabila inmediatamente al oír una buena historia, tanto los adultos como los niños?

Me pregunto si tú y yo vamos a experimentar eso el jueves por la tarde, el viernes por la tarde y el sábado por la noche durante el Triduo pascual. ¿Nos despertaremos para la lectura de la Cena del Señor? ¿Y el Viernes Santo en la lectura de la Pasión del Señor? ¿O sólo lograremos aguantarlas? 

El Viernes Santo, él nos lava de nuevo, pero esta vez con su propia sangre. 
Si nos rendimos a la gran historia de Dios, no habrá problema.

Era la noche de la muerte de Jesús. Tomó un pan humilde, basto. Lo bendijo, lo partió, y lo dio a sus discípulos. Las palabras que élpronunció allí han sido recordadas y repetidas por toda la historia. Tomad y comed todos de él;  esto es mi cuerpo. Voy a renunciar todo lo que tengo y todo lo que soy para que podáis vivir. Y este vino es mi sangre. Será derramada porque os amo. Bebed profundamente.

Echó agua en una jofaina—agua apestosa porque era de un pozo. Tomó un paño e hizo algo que nadie ni hubiera esperado ni hubiera deseado de él. Les lavó los pies.

Pedro comparte nuestra perspectiva:  “Señor, no me lavarás los pies jamás.” Pedro entiende que Jesús es el Cristo el Dios (el mesías), pero el ser mesías no encaja con el acto humilde de lavarles los pies. Eso es algo que haría un siervo.  
“Tú eres como Dios, ¡reconócelo!” En el desierto, el diablo había tentado así a Jesús en una escena que se parece mucho a esta. Pedro también había intentado minar la humildad de Jesús, quien le respondió “¡Apártate de mí, Satanás!” 

Jesús le advierte de nuevo esta vez en la cena, y luego sigue lavándole los pies.

¿Por qué? ¿Y por qué lo recordamos el Jueves Santo? Porque la totalidad de la relación entre los seres humanos y Dios es una de recibir y devolver el amor, cueste lo que cueste. Si Pedro no permite que Jesús le muestre su amor de esta manera tan fundamentalmente humana, en efecto rechaza el regalo de la labor de Dios por él. “Tú no puedes amarnos de esa forma,” diría él. 

Jesús responde,” Yo no quiero ser como Dios de la manera que tú te imaginas. Quiero enseñarte que sólo la humildad es capaz de amar y ser amada. Quiero enseñarte que la muerte es el acto más humilde de todos.”

El Viernes Santo, él nos lava de nuevo, pero esta vez con su propia sangre. 

¿Escucharemos su historia?

Si la escuchamos, recibiremos y hallaremos la paz. Seremos vacíos, así como él se despojó, para poder recibir.

Juan Foley, SJ

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Fr. Juan Foley, SJ

Arte de Martin Erspamer, OSB
de Religious Clip Art for the Liturgical Year (A, B, and C)
["Clip Art" religioso para el año litúrgico (A, B y C)]. Usado con permiso de Liturgy Training Publications. Este arte puede ser reproducido sólo por las parroquias que compren la colección en libro o en forma de CD-ROM. Para más información puede ir a: http://www.ltp.org