Se despierta el alma oscura de la noche al sonido del piar de la vida. La única luz que se ve entre las tinieblas es la de una pequeña vela. El amanecer llega de puntillas.
Este momento es el fulcro de todo el tiempo.
La Pascua de la Resurrección.
El viernes pasado nos dejó vulnerables a la culpa--por sus llagas, al pensar que nuestros pecados las ocasionaron. Por sus brazos, marcados aún con sus heridas. Y tal vez es por eso que nos puede abrazar y y envolver con tanta ternura en ellos. Tal vez sus heridas tienen conciencia de la forma de nuestro ser.
El Cristo que nos cuida como una madre.
En la misa de vigilia, se canta así:
O certe necessarium Adae peccatum
quod Cristi morte deletum est!
O felix culpa,
quae talem ac tantum meruit habere Redemptorem!*Necesario fue el pecado de Adán,
que ha sido borrado por la muerte de Cristo.
¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!
¿No alaba el cantor el pecado de Adán y Eva? “Necesario fue el pecado de Adán” La muerte de Cristo ha borrado su pecado. ¿Es justo celebrar el concepto del pecado “necesario”? El pecado original no nos parece ni bueno ni bendecido. Tampoco nuestra tendencia a obrar mal.
Pero es cierto. Sin ese pecado, un Salvador como el nuestro jamás hubiera llegado al mundo. Ahora los brazos heridos de Cristo nos pueden acoger, consolar, absolver y abrazar. No hay palabras que describan la bendición que hemos recibido.
Los pecados conllevan siempre en su desobediencia la promesa del perdón. Así como la noche viene siempre con la promesa de la luz.
O vere beata nox,
in qua terrenis caelestia,
humanis divina iunguntur!¡Qué noche tan dichosa
en que se une el cielo con la tierra,
lo humano y lo divino!
Ya varias personas tienen sus velas encendidas. Muy pronto, la mitad de la iglesia se despierta a la suave luz de Cristo. Y, rápidamente, todos los demás. El amanecer ha borrado sus caras para convertirlas en la luz de la mañana, un brillo dulce y humilde.
Jesús se hizo noche. Jesús es la luz.
Ahora podemos mirarlo y ver a quien siempre ha sido. El Cristo de Dios. La esencia del amor. La llama simple que ilumina el mundo.
*El texto en Latín es del Exultet, un antiguo canto que se canta
durante la misa de vigilia. Tradicionalmente es anunciado por el
decano después de que se enciende el cirio pascual y los
sacerdotes han llegado al altar.
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autor de esta reflexión:
Fr. Juan Foley, SJ