Reflexiones
Viernes Santo
6 de abril 2012

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Llamados a la Santidad de la Cruz
Para muchos de nosotros los cuales vivimos en un mundo lleno de bullicio, no es siempre fácil encontrar el silencio y la calma que necesitamos. En nuestros hogares, lugares de trabajo y vida social, estamos acostumbrados al ruido y movimiento continuo—corremos de lugar en lugar, y no siempre prestando la atención debida a todo lo que hacemos.

De una manera diferente, el Viernes Santo confronta nuestra lucha cotidiana con un silencio profundo y un ritual humilde que nos lleva a una reflexión profunda y significativa. Nuestra celebración de este día solemne, nos invita a que abandonemos nuestra rutina, para así poder atender a la cruz.

En las palabras del profeta Isaías, vemos de manera explícita la cruz que nos conduce a la santidad. Sin pelos en la lengua, el profeta nos recuerda que la cruz que miramos refleja el sufrimiento santificador al cual somos llamados: “Nuestro castigo saludable vino sobre Él, sus cicatrices nos curaron. Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino, y el Señor cargó sobre Él todos nuestros crímenes” (Isaías 53:5-6).

De igual manera, vemos en las palabras del profeta como este sufrimiento santificador nos conduce a la gracia divina: “Por eso le daré una parte entre los grandes, con los poderosos tendrá parte en los despojos, porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los pecadores, y Él tomó el pecado de muchos e intercedió por los pecadores” (Isaías 53:12).

Siguiendo esta reflexión del profeta Isaías, el salmo nos exhorta a que en medio de nuestros sufrimientos aprendamos a poner nuestra fe y esperanza en el Señor. Solo Dios puede liberarnos de todo aquello que nos tropieza e impide nuestro bien: “A Ti, Señor, me acojo: no quede Yo nunca defraudado; Tú que eres justo, ponme a salvo. A tus manos encomiendo mi espíritu: Tú, el Dios leal, me librarás” (Salmo 31:2, 6).

Entonces, es preciso que nos acerquemos a la cruz donde se encuentra el trono de gracia. Es ahí, junto a nuestro Sumo Sacerdote, Jesús, donde verdaderamente encontraremos nuestra salvación (Hebreos 4: 14-16).
Ahora solo nos queda por acompañar a Jesús en su camino. Sabemos que esta fidelidad y seguimiento de Jesús nos es algo fácil. Como Pedro, somos susceptibles a negar nuestra identidad cristiana—ya sea por miedo y cobardía. O como Poncio Pilato, segados por nuestras ambiciones personales, somos aptos a no ver la verdad que nos mira cara-a-cara (Juan 18: 38).

Sea cual sea nuestra disposición frente a la cruz, ahora nos toca simplemente entrar en silencio, postrarnos de rodillas y sentir el llamado que viene de Jesús a nuestros corazones. Vale la pena recalcar con el evangelio de hoy, que frente a la cruz se encuentra Nuestra Madre Maria (Juan 19:26-27). En sí, no estamos solos.

Vamos pues a la cruz…que nuestro silencio nos guie…nuestra santidad nos espera.

F. Javier Orozco, SFO, PhD

F. Javier es un teólogo y educador católico. Presentemente trabaja como director del ministerio hispano para la Arquidiócesis de San Luis, Missouri. Sus estudios son en filosofía y teología.

Derechos de Autor © 2012, Richard Vogt.
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Arte de Martin Erspamer, O.S.B. (Anteriormente Steve Erspamer, S.M.)
de Religious Clip Art for the Liturgical Year (A, B, and C)
[“Clip Art” religioso para el año litúrgico (A, B y C)].
Usado con permiso de Liturgy Training Publications. Este arte puede ser reproducido sólo por las parroquias que compren la colección en libro o en forma de CD-ROM. Para más información puede ir a: http://www.ltp.org/