Un regalo no es un regalo hasta que no lo aceptamos, hasta que no lo reconocemos. Lo mas maravilloso es cuando nos regalan algo que realmente necesitábamos.
No tenemos poder alguno sobre nuestra naturaleza humana. Tenemos un cuerpo que se enferma, se muere, se corrompe.
Mas sin embargo también tenemos un instinto por la vida, un deseo de existir que nos habla de la promesa de salvación. No cabe en nuestra cabeza, no lo entiende nuestro intelecto, que algún día dejemos de ser, que algún día dejemos de existir.
Todo nuestro ser clama por la salvación que hoy celebramos.
A través de Jesucristo es que hoy podemos exclamar como dice la canción “la muerte, ¿Dónde está la muerte?, ¿Dónde su victoria?”
El regalo de la salvación es el regalo de la vida eterna. Es la solución a nuestra gran ansiedad: podemos vivir eternamente. No tenemos que dejar de existir. Así mismo como no podemos entender el concepto del un universo que es infinito, de la misma manera es muy difícil para que podamos entender que podemos vivir "eternamente".
A través de la salvación se nos ha dado el don de la Esperanza.
De que así como la muerte no fue el final de Jesús, la muerte no será nuestro final. Jesús a través de su resurrección nos invita a la eternidad. Una eternidad en su presencia. Sin preocupaciones, sin hambre, sin necesidades, sin peligros y habitando en el eterno amor del Padre.
Ahora falta que aceptemos el regalo.