Domingo > Reflexiones en español > Reflexiones > Homilía



Los Has Colmado de Alegría

Las palabras de Isaías vienen de lejos y de otros tiempos.  Así es siempre con el vocabulario de la esperanza.  Llegan para alumbrar el corazón y después desaparecerse en la noche larga de la historia. Isaías nos habla de pueblos que cele­bran la realización de sus sueños sabiendo lo que tales celebraciones cuestan.

Por ejemplo durante los años ‘60, por todo lo que se quería lograr para los derechos humanos del pueblo afroamericano,  hoy se nota lo poco que se ha conseguido. La segregación sigue en los barrios de Chicago; hacen mucha falta la buena educación y empleos suficientes.   Los organizadores del pasado han sido asesinados sin ver sus sueños realizados. Y nuestras celebraciones conmemorando a estos profetas  sólo subraya su asesinato por la misma comunidad que hoy los festeja. Como dijo Jesús: “...levantan sepulcros a los profetas, después de haberlos matado” (Lucas 11,47). 

El Doctor Martín Luther King era profeta de la paz.  Tenía ganas de quitar a toda gente, negra o blanca, las cadenas sombrías que amarran el corazón humano.   Sin embargo, la desigualdad entre las razas sigue, mantenida por la sociedad actual prejuiciada y racista. Para comprender la proclamación famosa de este profeta en Washington, debemos recono­er primero cómo todos los pue­blos, de cualquier raza, han sido afectados brutalmente por la esclavitud.  Citamos la Declaración de Independencia a la vez que discriminamos los trabajos y viviendas a la gente. Se ha oxidado la política racial de esta nación.

El último afroamericano nombrado al Tribunal Supremo de la Justicia, un conservador y del partido republicano, tuvo que contestar preguntas, no sobre sus actitudes legales y constitucionales, sino sobre los prejuicios folklóricos sexuales todavía guardados por los investigadores blancos.  Lo que les faltaba era la pregunta; “¿y no bailan todos los negros?”

Malcolm X ha sido restablecido como heroe, no tanto por la fuerza de su lucha, sino por haber suavizado su actitud hacia la gente blanca cerca del fin de su vida.  Hoy, los jóvenes se interesan estudiar esta época de la historia que nunca vivían, pero cuyos efectos se experimentan todos los días.  Ellos ven como las leyes peleadas en el pasado nos protegen y también cómo algunas personas quieren todavía quitarlas y volver al pasado.  El papel desarrollado por Denzel Washington en la película sobre Malcolm X y las biografías escritas sobre el Doctor King han servido para enfocar a los jóvenes en su aprecio de estos guerreros pacíficos.

Para los que leen el inglés, ellos serán muy informados por un libro escito por el teólogo afroamericano, James H. Cone, que compara el impacto de los dos en la cultura de los Estados: Martín & Malcolm & América, Sueño o Pesadilla.

Los jóvenes aceptan y admiran a estos dos por varios motivos.  A pesar de la sociedad que promueve una aceptación de las estructuras existentes aun cuando ellas representan la corrupción, estos dos heroes de la justicia buscada confrontaron el mal que los demás aceptaron como algo natural. Por esto, ellos dos se aprecian como quienes se sacrificaron para lograr los cambios más importantes y esenciales en la sociedad moderna. 

No son muchos los que han tenido la oportunidad de vi­vir y morir por los demás como Malcolm X y el Doctor King.  Su fe, sea la de Islam o de la Iglesia Bautista Misionera, los llevaron a los límites de una acción a favor de los demás, perdiendo así su vida y ganando la nuestra.  En nuestra propia comunidad  cristiana, a penas com­prendemos la muerte de tantos catequistas, organizadores sindi­cales, ministros laicos, hermanas religiosas, sacerdotes y unos cuantos obispos centroamericanos.  Cada uno de ellos, sin violencia, acompañaba a su pueblo cuando miles de personas seguían muriendo de una pobreza demoledora o de las bombas y metralletas usadas por los ejércitos nacionales que protegían sólo los intereses de los ricos. 

Samuel Betances, amigo personal y educador excelente, dice a los jóvenes del barrio que nadie tiene derecho a una cele­bración si primero no ha organizado su vida.  El insiste en que la gente mediocre o apática no realizará ningún sueño.  Si nuestra preo­cupación básica se limita a saber quién duerme con quién en las telenovelas, cómo pasar con tram­pas el próximo examen, la forma de cortar al mínimo un ensayo que se escribe para un profesor, no habrá motivo de fiesta. Ya hay que aplicar la lógica matemática al análisis político.  Sin ver la relación entre una y otra cosa, el mundo seguirá sin la justicia y amor que motivaron a los profetas dar la vida por nosotros. 

¿Con mucha alegría? ¿Con grandes celebraciones? ¿Por qué?, si no luchamos para realizar las esperanzas que provocaron la muerte de nuestros héroes.

 

Donaldo Headley
Donaldo Headley se ordenó al sacerdocio en 1958. Se graduó con MA en filosofía y STL en teología de la Facultad Pontificia del Seminario de Santa María del Lago en Mundelein, Illinois.
Arte de Martin Erspamer, OSB
de Religious Clip Art for the Liturgical Year (A, B, and C)
["Clip Art" religioso para el año litúrgico (A, B y C)].
Usado con permiso de Liturgy Training Publications. Este arte puede ser reproducido sólo por las parroquias que compren la colección en libro o en forma de CD-ROM. Para más información puede ir a: http://www.ltp.org