Domingo > Reflexiones en español > Reflexiones > La Palabra que nos compromete

Traición
“Jesús iba a morir por la nación.”

El Domingo de Ramos, que ahora se llama Domingo de la Pasión del Señor, es una unión incómoda de nombres.  ¿Es el día de la procesión victoriosa de Jesús a Jerusalén, que se recuerda con nuestras procesiones con hojas de palmera?  O ¿es el día de su caída desastrosa?

Es las dos cosas.  Se entrelazan tanto la triunfante procesión de hojas de palmera como las traicionadas lealtades del corazón humano en la pasión y la muerte de Jesús.

La liturgia del Domingo de la Pasión del Señor es un choque de temas:  hosannas gloriosos y presagios sombríos.  Isaías prometió un sirviente de Dios que tendría “un rostro como de pedernal” para enfrentarse con los golpes, los escupitajos, y el escarnio.  El lindo himno de San Pablo en la carta a los filipenses es de gran triunfo—“toda rodilla debe doblarse en los cielos y la tierra  y toda lengua debe confesar”—pero sólo después de una deshonra y una muerte ignominiosa.

Pasa desapercibido, en mayor parte, que el contexto de la Pasión es una lucha nacional, tribal y política.  Las traiciones siempre se traman ante las autoridades amenazantes que seducen a los traidores—al Judas, al San Pedro, al discípulo dentro de nosotros.  No se puede evitar la sensación de que existe aquí algún conflicto geopolítico profundo.  Se prepara el camino para la violencia armada, la espada levantada para defender al bueno.  Hay policías secretas y reuniones públicas de los sumos sacerdotes, gobernadores, asambleas.  Hay prisioneros políticos.  Finalmente, hay una crisis de autoridad.  “¿Eres el rey de los judíos?”  ¿Eres el rey de los cristianos?  ¿Eres el rey de los católicos? 

Son preguntas que la historia plantea no sólo a Cristo, sino a todos sus seguidores.  ¿Cómo lo contestaríamos nosotros?  ¿Quién o qué es el verdadero objeto de nuestra lealtad?

La gran lucha contemporánea de la fe es el choque entre el nacionalismo y el tribalismo.

En la lectura del sábado anterior a cada Domingo de la Pasión del Señor/de Ramos, vemos la crisis de lealtad con que se enfrentó la gente de la época de Cristo.  En ese evangelio, Jesús fue condenado por una lógica de auto-defensa y  supervivencia corporal.  Los sacerdotes principales y los altos concilios se sienten amenazados por Jesús y su camino.  Es una amenaza a los intereses nacionales y religiosos.  Fíjese en el lenguaje:  “Si le dejamos así, todos creerán en Él, y vendrán los romanos y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación.”  Caifás, ese murmullo “realista” de oportunismo que reside en todos nuestros corazones, nos aconseja:  “Es mejor  que muera un hombre por todo el pueblo y no que toda la nación sea destruida.”

De esta declaración reveladora surge la sospecha de que la crisis del Domingo de Ramos es la crisis de toda época y de toda cultura.  Estamos entre seguirle a Cristo y seguir las costumbres de la tribu, entre ser leales a Él y a la nación, entre el llamado del rey y el consuelo de la seguridad.

De Ruanda a Irlanda del norte, de Bosnia a la Ciudad de Guatemala, de Johannesburgo a Washington, la gran lucha contemporánea de la fe es el choque entre el nacionalismo y el tribalismo.  Bajo cada crisis moral se oculta el pavor de que si alguna vez seguimos totalmente a Cristo, perderíamos nuestro privilegio sagrado y nuestras protecciones exclusivistas.  En la época de Jesús, lo rechazaron y lo condenaron por razones de seguridad nacional.  Así pasa hoy día. 

Así que lo rechazaron por toda la historia---cuando el cristianismo tomó el trono poderoso de Europa, cuando los misioneros bendijeron  la búsqueda del oro y apartaron la vista avergonzada de la tortura, cuando los buenos cristianos rezaron por sus esclavos, por las guerras justas, por sus bendiciones de bienes y de saqueo.

Los cristianos tal vez no sientan el pleno impacto de la semana santa porque no alcanzan a comprender que todavía se traiciona a Jesucristo por una religión segura y por una tribu o nación arrogante.

John Kavanaugh, SJ
Traducción de Kathleen Bueno, Ph.D.
El Padre Kavanaugh fue profesor de Filosofía en la Universidad de San Luis, Missouri. Su prematura muerte ha sido muy dolorosa para todos aquellos que le tratamos en su vida.
Arte de Martin Erspamer, OSB
de Religious Clip Art for the Liturgical Year (A, B, and C)
["Clip Art" religioso para el año litúrgico (A, B y C)]. Usado con permiso de Liturgy Training Publications. Este arte puede ser reproducido sólo por las parroquias que compren la colección en libro o en forma de CD-ROM. Para más información puede ir a: http://www.ltp.org